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El Hospital Universitario San Pedro ha puesto esta semana en marcha en La Rioja el Código Ictus Pediátrico, un procedimiento de actuación basado en el reconocimiento precoz de los signos y síntomas de un ictus, con la consiguiente priorización de cuidados y traslado inmediato a un hospital capacitado para una atención completa al ictus pediátrico. La consejera de Salud y Políticas Sociales, María Martín, tras reunirse con el equipo multidisciplinar de todos los profesionales implicados ha destacado que la iniciativa «permitirá la mejor atención a niñas, niños y adolescentes que puedan sufrir un ictus porque, con esta secuencia de actuaciones coordinadas por tantos profesionales, además de evitar un mal pronóstico, se contribuye a minimizar las secuelas».
La sanidad pública riojana puso en marcha en 2010 el Código Ictus, cuatro años después, en 2014, la Unidad de Ictus, en 2022 se abrió la Unidad de Rehabilitación de Ictus y el camino avanza ahora con la puesta en marcha del Código Ictus Pediátrico. «Este es otro ejemplo de cómo se sigue avanzando y cómo gracias a nuestros profesionales los riojanos pueden estar cada vez más seguros. Aunque la incidencia del ictus en la población pediátrica es de un caso cada 100.000 niños, eso no quita para que nos preocupemos porque cualquier caso que se de en La Rioja tenga a los mejores especialistas, los mejores cuidados y sobre todo tenga ese diagnóstico precoz y ese tratamiento temprano que tan importantes son en el ictus», ha defendido la titular de Salud.
Un ictus se produce cuando un vaso sanguíneo cerebral ha sufrido una obstrucción y, por tanto, se ha detenido el riego sanguíneo a una parte del cerebro, alterando de forma transitoria o permanente la función de una determinada región del encéfalo. Es una situación comprometida que puede producir secuelas neurológicas muy graves, incluso el fallecimiento paciente.
La nueva herramienta ha sido elaborada por un grupo multidisciplinar que atiende esta dolencia en fase aguda en todo el proceso, formado por pediatras, neuropediatras, neurólogos, médicos de urgencias y de emergencias, anestesiólogos, radiólogos, profesionales de farmacia hospitalaria, de enfermería pediátrica, del Hospital Universitario San Pedro, del Hospital de Calahorra y del Hospital de Navarra. «El Código Ictus es fruto de un trabajo multidisciplinar de varios compañeros del hospital y se trata de un protocolo de actuación ante la sospecha por la aparición de síntomas de ictus en el niño, para asegurarnos de que sea atendido, diagnosticado y tratado en el menor tiempo posible para poder limitar el daño cerebral. El ictus es muy poco frecuente en la edad pediátrica, pero sí que sabemos que, al igual que el adulto, se beneficia de los mismos tratamientos. De ahí la importancia de un manejo rápido para asegurarnos de que podemos limitar el daño cerebral de los niños y dejarlos con las mínimas secuelas posibles», ha resaltado, por su parte, la neuropediatra Inés Roncero.
en la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
de la sensibilidad, sensación de acorchamiento u hormigueo de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo, de inicio brusco.
de visión, parcial o total, en uno o ambos ojos.
del habla, dificultad para expresarse y ser entendido.
de inicio súbito, de intensidad inhabitual y sin causa aparente.
intenso, inestabilidad, desequilibrio o caídas bruscas inexplicadas.
El del Ictus Pediátrico es el cuarto código de atención emergente que se pone en marcha en La Rioja tras el Código Ictus de adultos, el Código y el Código Trauma, según ha explicado el neurólogo Francisco Julián Villaverde, responsable de Dirección de Asistencia Hospitalaria, que ha resaltado que «hay patologías que son tiempo dependientes y donde una actuación inmediata significa el cambio entre la buena evolución y la muy mala evolución».
Tras explicar el procedimiento del Código Ictus Pediátrico -«Intervienen desde el inicio los compañeros del 061 de emergencias extrahospitalarias. los de urgencias pediátricas y urgencias de adultos, el equipo de Neurología y luego, cuando un paciente es sospechoso o tiene sospecha de un ictus pediátrico, es fundamental una neuroimagen avanzada esto conlleva que hay que hacer un escáner, un angiotac y una resonancia celular urgentes y esto en un niño precisa del apoyo de los compañeros de anestesia, porque hay que sedar al menor para poder realizar las pruebas»-, el doctor Villaverde ha concretado que «una vez identificado el ictus podemos empezar a tratarlo desde ya en el Hospital San Pedro y posteriormente, de nuevo con los compañeros de Emergencias, trasladarlo a nuestra unidad de referencia que está en el Hospital de Navarra, donde los compañeros de Neurología Intervencionista y la UCI Pediátrica lo están esperando para atenderlo».
El ictus pediátrico es una enfermedad poco frecuente, su incidencia es de solo 1 caso anual por cada 100.000 niños. De hecho, en La Rioja solo se ha confirmado una paciente infantil en los dos últimos años. Aunque su frecuencia es similar a la de los tumores cerebrales primarios en la edad pediátrica, la diferencia fundamental es que el ictus pediátrico es una emergencia y se encuentra entre las 10 causas principales de muerte en la población pediátrica en países desarrollados «El Código Ictus se activa una media de diez veces al año, muchas veces por procesos que simulan ser ictus y que al final no lo son, como migrañas complejas, encefalitis, infecciones... En los dos últimos años hemos tenido un caso en el que se ha activado correctamente. Es una patología que es muy poco frecuente, pero que existe», ha insistido el especialista en Neurología, quien ha alertado de que «no hay ninguna diferencia en los síntomas respecto a los de los adultos, salvo que en los niños es más difícil de diagnosticar, al margen de que no te esperas encontrarte un ictus en un paciente pediátrico». En este sentido, ha detallado que «los síntomas de ictus son todas aquellas de focalidad que aparece de manera súbita: esto es muy importante, el tiempo, cuando un niño está bien y de repente se encuentra afectado. Los síntomas más habituales son una pérdida de fuerza de un lado del cuerpo, una desviación de la comisura bucal, un dolor de cabeza muy fuerte, una alteración del lenguaje... Cuando esto aparece de manera súbita y brusca no hay que dudar, se debe de avisar de inmediato al equipo de emergencia para activar el código, si luego se queda en que no es, pues mucho mejor».
Alrededor del 80% de niños que han sufrido un ictus, al igual que en la edad adulta, presentan secuelas neurológicas a largo plazo, principalmente motoras, del lenguaje, dificultad para el aprendizaje y para el desarrollo de funciones cognitivas, así como alteraciones del comportamiento que condicionan la adquisición de independencia en las actividades de la vida diaria. Además, hay que tener en cuenta que los años de vida con discapacidad de un niño superan por mucho a los del adulto con ictus.
Esta enfermedad en la edad pediátrica es todo un reto diagnóstico y terapéutico, porque, mientras que para el ictus en adultos existen medidas organizativas y protocolos, en el caso de los niños el diagnóstico se podía demorar debido a su escasa frecuencia, la inespecificidad de los síntomas guía en muchos de los casos y la menor concienciación sobre esta patología por parte de los profesionales y la población. Esto hacía que en muchos casos se retrasase o se dificultase una posible intervención terapéutica que podría mejorar el pronóstico y prevenir secuelas, algo muy importante porque los tratamientos urgentes que intentan restablecer el flujo sanguíneo cerebral son eficaces cuando se usan en un periodo de tiempo determinado, al que se denomina «ventana terapéutica», que puede variar entre 4,5 y 8 horas.
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