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Afinales de septiembre de 1871 viajó el denominado 'rey electo', Amadeo I de Saboya, a la ciudad de Logroño. Su visita guardaba una estrecha relación con Baldomero Espartero, duque de la Victoria, a quien meses después concedería el título de príncipe de Vergara, ... con el tratamiento aparejado de su alteza real. España entera adoraba a Espartero, quien había rechazado la oferta de ser monarca, y por eso le rindieron honores Amadeo (quien abdicó en 1873) y, más tarde, Alfonso XII.
La visita del monarca italiano, que el Congreso había votado, fue aprovechada para disfrutar de don Baldomero y doña Jacinta y, también, para rendir homenaje al fusilado décadas atrás Martín Zurbano y para inaugurar el Hospital Provincial de Logroño. Fue el día 29 de septiembre de 1871.
También tuvieron tiempo Amadeo de Saboya y su esposa María Victoria dal Pozzo de presenciar un espectáculo cultural en el teatro Liceo –al comienzo de la Rúa Vieja– y una corrida de toros en la plaza que estaba instalada en lo que hoy es la calle Duquesa de la Victoria.
Desde el siglo XVI venía funcionando en la ciudad el Hospital de la Misericordia, levantado entre el antiguo convento de San Francisco y el coso taurino, muy cerca del Ebro. Durante siglos, este centro sanitario realizó una gran labor, sobre todo en las grandes pandemias de peste bubónica (especialmente la de 1599) y de otras enfermedades como el cólera.
Cuando a mediados de 1861 decidió el Ayuntamiento de Logroño derribar las murallas que constreñían su casco urbano, y dado que la Misericordia ya no estaba en buen estado, las autoridades se plantearon levantar un nuevo hospital en la misma zona, que cubriera las necesidades de los de alrededor de 15.000 habitantes que residían entonces en la ciudad.
Un lustro más tarde, y por encargo de la Diputación Provincial, el arquitecto Jacinto de Arregui diseñó los planos del hospital, que aprovechó para ubicarlo en el hueco dejado por el castillo que defendía el antiguo puente de San Juan de Ortega y la castigada muralla y en parte del solar del convento de San Francisco –cuenta la leyenda que fundado por el propio santo de Asís en el siglo XIII–, destruido por un pavoroso incendio en octubre de 1869.
Aunque la limitación de medios en el siglo XIX era elevada, ganó fama el hospital logroñés por su técnicas quirúrgicas y su buen hacer. Y eso que al principio solo contada con tres médicos (uno de ellos, director y otro, director de sanidad militar), un cirujano, un oculista, tres practicantes, un farmacéutico, un auxiliar de farmacia, un capellán, diez hermanas de la caridad, seis enfermeras de la beneficencia y una encargada de niños abandonados. El hospital realizó una gran labor en la pandemia de la gripe de 1918.
Hasta los años 60 del siglo XX su estructura principal estuvo formada por dos grandes alas, con camas en paralelo a derecha e izquierda, una para hombres y otra para mujeres.
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