80 horas y 6.400 kilómetros para traer a Alexandra a La Rioja

Leonid Stepanyuk, ucraniano de 47 años, originario de Netisin pero residente en Logroño, donde trabaja en el colegio Alcaste, solicitó ayuda para emprender el viaje a la comunidad educativa del centro y, además de toda la colaboración indirecta, contó con Federico Díez del Corral, industrial logroñés que no solo aportó el vehículo con el viajar sino que se prestó él mismo como segundo conductor. Juntos se relevaron al volante durante más de 80 horas.

El coche, un Citroën C4 diésel, no dio ningún problema, con una autonomía media de 1.200 kilómetros con el depósito lleno, aunque ellos lo llenaban siempre, por precaución, cuando ya habían consumido la mitad, a veces pagando más de 120 euros por el repostaje. Este martes, tras la lluvia de barro caída sobre la región, el vehículo parecía haber hecho exactamente lo que había hecho: un rally extremo, una travesía por media Europa.

«Las tropas rusas están bombardeando la provincia donde vive mi hermana, que trabaja en una central nuclear. Su hija vivía cerca de Kiev, en Irpín, y al trasladarse a casa de su madre sufrió un accidente, dañándose la espalda, por lo que fue trasladada a un hospital», explica Leonid. Como Alexandra, de 33 años, ni podía andar ni sentarse bien, su tío pensó en ir personalmente a recogerla para ponerla a salvo. Pidió ayuda a los padres y profesores de los colegios Alcaste y Las Fuentes y encontró la mano tendida de Federico. Sus hijos habían sido compañeros de clase en el centro. «Somos amigos», aclara Federico. «Pero ahora somos aún más amigos», añade Leonid.

Díez del Corral, miembro de la Hospitalidad de Lourdes de La Rioja, escogió un coche de su empresa y se ofreció como piloto, con la única condición de partir después de una reunión. «Fue un viaje muy duro, sin parar más que para repostar gasolina, relevándonos primero cada 500 kilómetros, luego cada 300 y al final cada 150, porque estábamos cansados. Mientras uno conducía, otro dormía o comía», describe Federico. En el viaje, toda una aventura, hubo caravanas para entrar en las gasolineras, y cuanto más se acercaban a Ucrania, más caro era el gasoil. El recorrido fue por Francia, Alemania, Austria, Eslovenia, Hungría y Rumanía. «Un amigo moldavo fue a recoger a mi sobrina, la dejó en casa de otro amigo en Moldavia y después la acercó a la frontera», expone Leonid.

Un día después de regresar a casa, acudiendo a Cruz Roja para tramitar la estancia legal de Alexandra, Federico y Leonid empiezan a darse cuenta de la heroicidad que han protagonizado, sobre todo por el revuelo mediático a su alrededor. Piensan que contar su historia puede servir de ejemplo y despertar la solidaridad de la gente. Recuerdan la valiosa colaboración de la Cruz Roja en la frontera de Rumanía-Hungría, con largas colas de espera a -16 grados.

«De verdad que da pena ver cómo la gente se quiere marchar de allí, con todas sus cosas en el coche y la Cruz Roja dando caldo, café, agua, chucherías… lo que hacía falta», recuerda Federico. Y también destaca la colaboración de los padres y profesores de Alcaste. «Nunca estuvimos solos, continuamente nos escribían mensajes animándonos y preguntándonos si necesitábamos algo», añade Federico. Pero la familia de Leonid continúa allí. «Tendríamos que hacer todos juntos algo porque Putin no va a parar, va a seguir y, si finalmente invade Ucrania, va a venir hasta aquí», opina Leonid.