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Cuando cruzas el umbral del cementerio de Logroño y lo primero que escuchas es «¿has tocado algo? ¡Échate gel!», constatas que la liturgia del ... 1 de noviembre tampoco se ha podido abstraer a la conmoción que el coronavirus ha supuesto para nuestras vidas en este 2020 extraño.
Algunos logroñeses vivieron este sábado la víspera de Todos los Santos como si de un 1 de noviembre se tratara. Un menudeo constante de gente fue acercándose durante toda la jornada hasta el camposanto logroñés para honrar la memoria de sus seres queridos fallecidos.
En el pensamiento de todos los que ayer visitaron el cementerio estaba el evitar la concentración de personas, como así han recomendado las autoridades. «Hemos venido hoy (por ayer) porque creemos que vamos a estar más tranquilos que mañana (por hoy). Mentalmente piensas que es 1 de noviembre y ya está», apuntaron en la familia Sastre. Para ellos, la festividad de Todos los Santos del 2020 «es rara, como todo en este año». Pero la visita al cementerio resulta inexcusable.
El camposanto logroñés, como el de otros municipios de La Rioja, ha adoptado diversas medidas de precaución frente al COVID-19. La primera recibía al visitante nada más tratar de franquear la puerta: un acceso separado para las entradas y las salidas. Además, las fuentes estaban precintadas y se dispuso gel en las escaleras para alcanzar los nichos más altos.
La amplitud del cementerio de Logroño y una afluencia en forma de goteo permitían ayer recorrer los pasillos del camposanto sin cruzarse a demasiadas personas. Los logroñeses rezaron ante sus difuntos, limpiaron sus panteones y les colocaron flores. Precisamente, la abundancia de flores en tumbas, nichos y columbarios confirmaba la idea de que, como se ha aconsejado, las visitas se vienen espaciado durante las últimas jornadas. «Solemos venir periódicamente durante todo el año, así que vamos a poner una flores y nos vamos para no juntarnos con gente», indicaron Amador y Marisol, para quienes esta pandemia y sus dramáticas derivadas les recuerdan «a una guerra».
También recurrían al adjetivo de «triste», mientras observaban la situación, Santiago Santo Domingo y Begoña Mateos, quienes asimismo adelantaron a ayer la habitual visita del 1 de noviembre a sus familiares difuntos. «Estamos muy concienciados», decía él; al tiempo que instaba «a que se respeten las normas». Y es que, a su juicio, esta segunda ola es el resultado de «un fracaso grandísimo como sociedad».
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