La pandemia «fue terrible», describe Jorge González, director del Instituto de Medicina Legal (IML). «Sabíamos lo que iba a venir, pero fue un tsunami que arrasó todo». Recuerda que se dictaron una serie de normas de prevención para los servicios de patología porque el virus ... era muy contagioso en aquellos momentos y el riesgo al hacer una autopsia era altísimo. Desde el servicio de Microbiología del hospital San Pedro, al que agradece todas las facilidades que les dieron, hacían pruebas a los fallecidos para saber si eran positivos en covid antes de que les efectuaran la autopsia. De esa forma tomaban unas u otras medidas de protección.
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No se sabía cuál era la resistencia del virus después del fallecimiento y una de las medidas que se tomaban era ingresar el cadáver en la cámara y se suponía que al día siguiente el virus ya había desaparecido. No fue así siempre. «Tuvimos el caso de una persona que había fallecido siete días antes, le hicieron la PCR y el virus seguía estando presente», relata. Entonces, como en tantos otros casos, «fue estrictamente necesario hacer una autopsia completa pertrechados con dos batas, mascarillas, pero, sobre todo, despacio, sin prisas por acabar para evitar cualquier error». Nadie de su equipo enfermó entonces, lo harían después. En su caso, en junio pasado y con la protección que proporcionan las vacunas.
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