Historias errantes a orillas del Ebro en el albergue de Alcanadre

Ramón Vidal es un barcelonés que salió desde Montserrat hace tres semanas y más adelante se incorporó a la ruta del Ebro. «Es la primera vez que hago el Camino, llevaba muchos años planificado, pero ahora que me voy a jubilar pues me he animado», explica tras terminar una etapa en la que ha caminado a través de viñedos y de frutales. Aunque el esfuerzo le empieza a pasar factura y en sus pies ya se aprecian las primeras llagas, su intención es llegar hasta Santiago de Compostela. Una vez en Logroño, continuará su aventura por el Camino del Interior Vasco Riojano para luego coger el Camino del Norte porque «un amigo que lo está haciendo me está contando cosas muy bonitas», señala.

Las dos etapas que ha realizado en La Rioja le han parecido «muy bonitas» y destaca que los caminos «están bien señalizados, a diferencia de la parte aragonesa y catalana, en las que además faltan albergues». La nueva experiencia que está viviendo Ramón le ha abierto el espíritu de peregrino y ya está pensando en repetir, pero «reduciendo el recorrido porque ahora estoy andando mucho», precisa.

En el albergue de Alcanadre también descansa Miroslava, procedente de la República Checa. Su caso es algo diferente al de Ramón porque está haciendo el Camino Ignaciano. «Quería hacer algo distinto, ya he ido tres veces hasta Santiago y encontré esta ruta que me pareció una buena idea porque no es tan conocida», comenta la checa en un perfecto español. La soledad que ha encontrado es una de las cosas que más le ha sorprendido, «no hay apenas gente, únicamente me encuentro vacas, caballos y cabras». Aunque en esta ocasión solo llegará hasta Zaragoza, Miroslava asegura que volverá otro año con la idea de retomarlo desde la capital de Aragón hasta Montserrat y si las fuerzas le acompañan irá Barcelona.

Junto a estos dos caminantes está la hospitalera Teresa Pol, que desde hace cuatro años pertenece al programa de hospitaleros voluntarios. «Me jubilé y desde entonces hago esta labor, voy de un albergue a otro, el año pasado ya estuve en este y me gustó tanto que he repetido», explica. Una vez que acabe su estancia en Alcanadre, se moverá hasta Alfaro para dar el relevo a Marilu y Lionel. Las pasadas navidades estuvo en Logroño, en el albergue Parroquial Santiago El Real, y reconoce que «es una maravilla porque todavía tiene ese encanto para el peregrino». A pesar de que ha realizado el Camino Francés y la Ruta Jacobea de la Vía de la Plata, nunca ha transitado el del Ebro, aunque todas las mañanas, antes de recibir a los peregrinos, se dedica a pasear por la ruta.

Si Ramón y Miroslava hubieran pasado por Alcanadre hace dos años, no habrían encontrado este alojamiento ya que lo inauguró el Ayuntamiento en mayo de 2023. Esta apertura supuso un avance importante para el Camino del Ebro. Tiene capacidad para nueve personas y dispone de dos habitaciones dormitorio, una cocina comedor completamente equipada y baños. El complejo está gestionado por la Asociación del Camino de Santiago de Alfaro y los hospitaleros voluntarios, en colaboración con el consistorio de Alcanadre.