Además de profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de La Rioja, se puede decir que José Miguel Delgado Idarreta (Logroño, 1947) es historia viva de la UR. Con apenas 25 años, regresó de la Universidad de Zaragoza, donde había comenzado a impartir clases como ... profesor ayudante tras la licenciatura. En 1972, Delgado Idarreta se convirtió en uno de los docentes pioneros del recién creado Colegio Universitario de Logroño. Tras cuatro décadas y media dedicadas a las aulas y a la investigación, acaba de jubilarse.
-¿Cómo fue su vuelta a Logroño después de cursar Historia y foguearse como profesor en Aragón?
-Había aprobado la oposición en la Universidad de Zaragoza, después vine al Colegio Universitario y cuando nació la Universidad de La Rioja, en 1992, los que quisieron irse a Zaragoza, se fueron sin más. Pero a los que nos quedamos, el Ministerio tuvo que hacernos un traslado.
-Hace 45 años la enseñanza universitaria sería muy diferente...
-Ha cambiado mucho. Entonces quien marcaba la pauta era el catedrático, su palabra era incuestionable y con instrucciones, absolutas. En los 80 y los 90 todo eso fue cambiando de una forma muy paulatina pero muy clara hasta el punto de que, ahora, cuando un alumno se matricula, ya tiene el horario, la materia, cuándo se examina... No es una crítica, me parece mejor, más organizado.
-¿En cuanto al alumnado, qué evolución ha percibido a lo largo de este tiempo?
-Cada época es cada época y no se puede decir cuál es mejor ni peor. En tiempo de los griegos ya se decía que «con esta juventud dónde vamos a ir» y, siglos y siglos después, esto sigue funcionando y no tan mal como algunos quisieran.
-El material educativo sí que habrá cambiado.
-Radicalmente. Cuando yo me examinaba como alumno, nos daban unas plantillas de mapas en blanco sobre los que tenías que dibujar y recomponer, por ejemplo, el final del imperio napoleónico. En el siglo XXI, y sobre todo con Internet, este tipo de exámenes son impensables.
-¿Qué parte de la Historia Contemporánea es más atractiva para los alumnos?
-Los trabajos de fin de grado te dan algunas pista, pero son temas muy variopintos. Hace poco se defendió una tesis sobre la importancia de Alemania desde su configuración en 1870-71 hasta la Primera Guerra Mundial; pero el año pasado se defendió otra sobre cartas de los soldados del frente de esa misma contienda.
-¿Están en crisis las asignaturas de letras?
-Puede parecer que las asignaturas de letras estén en un segundo plano, pero la UR lleva ofertando 25 plazas todos los años para Geografía e Historia y se cubren desde el primer día. En Humanidades y Sociales, la pérdida no me parece que sea muy importante.
-¿Qué lecciones de Historia nos da la Historia?
-Muchas. La Historia es fundamental pasa saber cómo hemos sido. Por ejemplo, escuchaba a un tertuliano afirmando sobre Cataluña que «queremos recuperar la libertad que nos robaron hace 80 años». Se refería a la Segunda República y del estado catalán de 1934. ¿Pero de qué estamos hablando?
-¿Por qué los españoles en general tienen aversión por ciertos temas históricos?
-Quizás porque se ha explicado durante mucho tiempo una Historia demasiado compartimentada y poniendo énfasis sólo en lo político, en los mandatarios y en las guerras. La Historia es mucho más que eso. Ya dijo Voltaire en el siglo XVIII que no quería seguir escribiendo tan sólo historia de guerras, sino sobre cómo viven las gentes, qué hacen, cómo se relacionan, cómo se organizan.
-Desde hace años, hay una tendencia a estudiar la Historia de abajo a arriba y no como hasta ahora.
-Sí que es verdad que existe una relación poder-ciudadanía y ciudadanía-poder, hablando en terminología democrática que no se utilizaría en el siglo XIX, eso es inevitable pero no único. La Transición, pongamos por caso, ¿se hizo desde arriba o fue la gente la que presionó? Ambas cosas, la una interactúa con la otra. Hay un ir y volver que va marcando el desarrollo de las sociedades.
La UR en la sociedad riojana
-¿Cómo ha influido la presencia, del Colegio y de la UR en el ámbito social y cultural de la región?
-De manera muy positiva. Antes, cuando aquí no había este nivel de estudios, los jóvenes estaban obligados a marcharse de La Rioja. Hoy, los estudiantes tienen la posibilidad de formarse a través de una oferta bastante amplia y sin un fuerte desembolso económico para sus familias, como ocurría hace décadas. Ahora la UR tiene más de 400 docentes con sus respectivos alumnos, lo que también enriquece a la sociedad en la que vive. No hay más que leer el periódico y comprobar la oferta cultural de los años 70 y la de ahora.
-Como especialista en la época, ¿qué importancia a nivel nacional tuvo La Rioja en el siglo XIX?
-Mucha. Fueron muchos los riojanos que destacaron en esa época: Sagasta, Orovio, Espartero, Larios, Fernández de Navarrete, Govantes...
-Y tras la jubilación, ¿qué?
-Voy a seguir trabajando. La UR contempla la figura del profesor honorífico y, con la aquiescencia del departamento y del consejo de gobierno de la entidad, ahí voy a estar. Todavía estoy dirigiendo cuatro tesis doctorales , tengo en mente la organización de actividades y, como proyecto de investigación propia, quiero trabajar el periódico 'Logroño Cómico', fundado por Facundo Martínez Zaporta antes de crear Diario LA RIOJA, y que entronca en la misma época del siglo XIX con 'Madrid Cómico', 'Barcelona Cómico', 'El Cómico de Gijón'...
-Usted fue durante muchos años director del Instituto de Estudios Riojanos (IER). ¿De qué logro se siente más orgulloso?
-De conseguir el edificio el palacio de los Chapiteles, donde está ahora, y de haber hecho del IER un organismo autónomo.
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