Mari C. Naveira | Madre de un afectado ·
Mari Carmen Naveira vivió la pasada semana, primero, un enorme susto con el accidente de su hijo; y, después, una desazón incurable al ver cómo fue atendido«Es inadmisible. Le ha pasado a mi hijo, pero no tiene que pasarle a nadie más. La situación es dramática». Mari Carmen Naveira vivió la pasada semana, primero, un enorme susto con el accidente de su hijo; y, después, una desazón incurable al ver ... cómo fue atendido. «Sufrió una colisión muy grave el día 3. La furgoneta quedó destrozada, el motor se metió hacia dentro, le destrozó la rodilla y le golpeó el pecho, provocándole muchos daños», explica. Las ambulancias lo trasladaron desde Ribafrecha, lugar del suceso, al servicio de Urgencias del San Pedro. «Al hospital llegó a las 14.00 horas y hasta las 19.30 horas no le hicieron ninguna prueba», se lamenta. «En ese momento, me dirigí a la recepción y les dije que me lo llevaba a cualquier centro privado, a donde fuera, porque no era posible que no le tratasen, con la rodilla deshecha, el hígado sangrando... Y, al poco tiempo, ya lo atendieron, después de hacerle diferentes pruebas, entre ellas las de alcohol y drogas, y la del COVID que resultó negativa», indica.
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El joven de 35 años ingresó en la segunda planta a la espera de ser tratado de sus lesiones internas. El miércoles «le hicieron una prueba en el hígado», pasó el Día de Reyes y el viernes dio positivo en COVID», por lo que de inmediato se activó el protocolo y el paciente fue trasladado a la quinta planta, una de las habilitadas para el tratamiento de los contagiados por coronavirus. Una situación «inesperada e inexplicable» para Mari Carmen Naveira, porque «ya habían pasado varios días desde que había dado negativo en Urgencias y ahora daba positivo. ¿Qué ha pasado?», vuelve a clamar. Su contagio «paralizó» la intervención quirúrgica que tienen que hacerle para que pueda recuperarse de las secuelas del accidente hasta que esté libre de infección».
«Es lamentable, esto no se puede permitir», insiste Naveira. En su opinión, «están desbordados, seguro, pero una persona que sufre un accidente de tráfico grave no puede estar más de cinco horas sin recibir el más mínimo tratamiento en Urgencias. Y tampoco puede infectarse en un hospital. Que esto sirva para que lo que le ha pasado a mi hijo no le suceda a nadie más», enfatiza, haciendo hincapié en que desde la noche del domingo su hijo «comparte habitación con otro COVID».
Al encontrarse en aislamiento, Naveira no puede entrar al hospital para visitar a su hijo. Pero «tampoco me dejan hacerlo para presentar una queja formal». Al no haberse formulado la denuncia, el caso no consta en Salud, que sí puntualizó ayer que Atención al Paciente (situada en el vestíbulo) funciona «con normalidad, presencial y por correo, y no se pide ni pasaporte COVID» para acceder a ella.
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