«Mi hijo se ha incorporado pero no puedo crecer porque no hay comprador»

Salinas, con 35 años de experiencia de alta como viticultor, asegura que «jamás había visto una situación tan angustiosa como la actual. Veo lo que ha pasado esta semana en La Rioja Baja, en la comarca del Alhama, cosas que escuchas que está sucediendo en Cenicero y piensas que te puede pasar a ti...». «Antes –continúa–, las crisis de Rioja eran los famosos dientes de sierra, momentos en los que podías perder el contrato con una bodega pero siempre había otras dispuestas a comprar tus uvas si eran buenas». El viticultor explica que «si trabajabas bien la viña siempre había otras opciones, lo que no quita que tuvieras que tener un año de pérdidas porque el mercado se hundía, pero al siguiente podías recuperarlo». Sin embargo, tiene claro que el contexto actual no es el que era: «Algunas bodegas, de la noche a la mañana, se han pasado a la 'liga de la calidad' y eligen solo lo mejor, cuando hasta ahora lo que querían era cantidad». «Yo no me meto en si eso es bueno o malo, pero lo que no puede ser es un cambio así de radical de la noche a la mañana y, sobre todo, cuando hasta hace cuatro días había grandes compañías pidiendo más plantaciones en el Consejo Regulador». La viticultura, incluso con bodega garantizada como es su caso, se trabaja al límite: «Estamos en 'modo ahorro', podamos nosotros y trabajamos casi todo entre mi hijo y yo, con lo que no hay domingos. Cuando contratamos para la vendimia te encuentras con que no hay mano de obra y tienes que pagar una barbaridad». «El gasoil –agrega– lo reduces al mínimo, los abonos..., y lo que no puedes quitar son los fitosanitarios contra las enfermedades, que son los que más se han disparado».