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Un nombre es una cosa muy importante. Y más, si hablamos de consumo: alrededor del 'naming' (porque también hay palabro inglés para esto, por ... supuesto) hay una auténtica industria. Porque al comprador se llega por los ojos, pero también por el nombre. Y hay auténticas batallas por ellos.
En Rioja, igual que en otras denominaciones de origen, saben mucho de lo que es pelear por el nombre. Pero a veces en esas peleas literalmente nominales se mezclan cuestiones que no son sólo comerciales, sino que tienen un trasfondo que se podría denominarse tranquilamente político. Vean si no.
El pasado viernes, el Parlamento Europeo tenía una votación más comprometida de lo que parecía. Se votaba una de las miles de enmiendas que se querían introducir en la Política Agraria Común, la PAC, que regula el gigantesco mercado agrícola y ganadero europeo.
En esa enmienda se prohibía que los productos vegetarianos (es decir, que no contienen ningún derivado animal) pudieran seguir utilizando las denominaciones de los preparados cárnicos a los que imitan. Es decir, que no pudiera seguir habiendo «hamburguesas», «salchichas», «filetes», «escalopes» o «burger» que no lleven carne.
Detrás de esa enmienda hay una guerra nada soterrada entre los productores cárnicos y los sectores ecologistas. Evidentemente, los primeros quieren proteger sus denominaciones ante productos que los imitan. Y lo segundos buscan evitar esa prohibición. Y por eso celebraban su victoria: «La enmienda 165 ha sido rechazada, una victoria para todos los ecologistas y una gran derrota para el sector de la carne», dijo a EFE el eurodiputado Francisco Guerreiro, de los Verdes.
Pero como no hay victoria completa ni bien (o mal, según) que cien años dure, resulta que la Eurocámara sí dio su visto bueno a otra enmienda en apariencia parecida. Se trataba de prohibir que los productos que se asemejan a los lácteos pero que no lo son utilicen denominaciones como «del tipo», «estilo» o «alternativa».
¿A qué productos se refieren? Pues los más evidentes son las llamadas «leches» de soja o de almendra, o la «mantequilla» de soja. Aún hay mucho por delante, porque esas denominaciones han de ser negociadas ahora entre los estados miembros, pero el Parlamento Europeo dio su visto bueno que se prohiba llamar «leche» ni nada parecido a lo que no lo es.
De hecho, ésta es una de esas polémicas viejas que no terminan de cerrarse. La Justicia Europea ya prohibió hace años el término «leche», pero ahora aspira a que se prohiban también las palabras que intentan asemejarse a ella de algún modo.
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