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Darío Menor
Jueves, 18 de julio 2024, 11:12
La historia de España también está escrita en los muros de las tumbas de Pompeya, la antigua ciudad romana situada en el sur de Italia cuya vida quedó congelada cuando, en el año 79 después de Cristo, entró en erupción el volcán Vesubio. Las últimas ... excavaciones han permitido que salga a la luz la sepultura de Numerio Agrestino, un militar de alto rango que sirvió a las órdenes del emperador Augusto y llegó a ser 'praefectus Autrygonum', es decir, gobernador de los autrigones, una tribu asentada en la zona que va desde el norte de Burgos hasta la desembocadura del Nervión. Esto significa que, de alguna manera, era riojana.
Según informaron los responsables del Parque Arqueológico de Pompeya, la sepultura cuenta con una inscripción en la que puede leerse: «A Numerius Agrestinus, hijo de Numerius, Equitius Pulcher, tribuno militar, prefecto de los Autrygoni, prefecto del genio militar, Duumvir para la jurisdicción (es decir, titular de la más alta magistratura en la ciudad de Pompeya) dos veces, el lugar de entierro (fue) dado por decreto del ayuntamiento».
No era la primera vez que los arqueólogos e historiadores que trabajan en Pompeya se topaban con Numerio Agrestino, cuyo nombre también está escrito en el monumento que su esposa, Veia Barchilla, ordenó levantar para ambos en la necrópolis de Porta Nocera. La fama de Agrestino, no obstante, fue tan elevada que posteriormente el consejo de decuriones de la ciudad decidió honrarlo en un terreno público, con la tumba ahora localizada en el transcurso de unas obras para evitar las humedades que amenazaban la conservación de los libros de la nueva sede de la biblioteca del Parque Arqueológico de Pompeya. La sepultura tiene forma de semicírculo, una forma entonces muy popular, con un banco en hemiciclo decorado en los extremos con zarpas de león.
Para Gabriel Zuchtriegel, director de este yacimiento, el hallazgo del enterramiento confirma que en la época del emperador Augusto había surgido ya una «red de poder que conectaba a las élites del Imperio, a cuyos miembros se les pedía que se comprometieran en las zonas de conflicto, con la promesa de recompensas económicas pero sobre todo de prestigio social en la comunidad de residencia». Numerio Agrestino es un ejemplo de ello: tras combatir a las órdenes de Augusto en las Guerras Cántabras, entre el año 29 y 19 A.C, con las que la Antigua Roma completó la ocupación de España, y servir en este territorio entonces agreste y peligroso, pudo regresar a Italia y gozar de una brillante carrera política y una jubilación de oro en Pompeya. La ciudad era entonces considerada un destino muy atractivo por su clima, paisaje y vistas del golfo de Nápoles, lo que propició que pasaran temporadas en ella personajes como Cicerón y Marco Agripa.
«Haber ocupado dos veces la máxima magistratura de Pompeya, el duunvirato, y haber sido honrado con un monumento funerario en terreno público son expresiones de reconocimiento y lealtad hacia alguien que literalmente había luchado en el primera línea de la causa del imperio», destacó Zuchtriegel.
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