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La recuperada presencia en los escaños del Parlamento de Izquierda Unida, las siglas donde resiste el espíritu del viejo PC, permitía abrigar la esperanza de que los debates de la X Legislatura se dotaran de un trasfondo ideológico adicional, incluyendo un factor de dinamismo que ... apartara del orden del día de su tendencia al ensimismamiento. Así pareció ocurrir en los albores del mandato de Concha Andreu, cuando no era ni siquiera presidenta: aquella Henar Moreno combativa en realidad llegaba al atril en combustión no tanto porque quisiera delimitar su territorio ante sus adversarios de toda la vida (la derecha, se supone), sino porque cavaba con ese suplemento de pasión (que algún elogio cosechó) una trinchera frente a su rivales a la izquierda. Que es donde de verdad habita, en el imaginario clásico del ideario que defiende la diputada de IU, el peligro más genuino. La desconfianza de los comunistas de toda la vida hacia las gentes de Podemos, a quienes tienden a ver como arribistas que reclaman el espacio doctrinal que ellos defienden con mayor pureza, se reflejó en los dardos que lanzó a la hoy consejera de Participación, antes de su matrimonio de conveniencia con el PSOE. El Parlamento se preparaba para el vértigo, pero no hubo tal.
'La fierecilla domada' es una obra de Shakespeare entronizada como la metáfora más acabada de ese trance tan común en tantas y tantas vidas: los malos humores se pueden sofocar si en el camino de los protagonistas de semejante comedia de enredo se cruzan intereses superiores. Una metáfora también muy pertinente del trámite parlamentario que ha conocido el primer Presupuesto que en un cuarto de siglo carece en La Rioja de la firma del PP. Los antiguos resabios de IU, el verbo inflamado y la promesa de reivindicar con fiereza incluso las medidas más caras a su programa se han diluido en unos meses. No queda apenas nada de aquella Moreno que amenazaba con los males del purgatorio a Andreu y los suyos si ignoraban sus demandas, lo cual ha garantizado una confortable mayoría parlamentaria al Gobierno y un triunfo político incontestable: ha sacado adelante la ley capital de su primer año de mandato en tiempo récord. Tardando incluso menos que en el último precedente, ese acuerdo sellado entre PP y Ciudadanos que recordó mucho al parto de los montes. Otra estupenda metáfora de aquella curiosa relación entre las dos derechas parlamentarias.
Pero ocurre que en realidad el ardor comunista ha quedado en barbecho sólo gracias a la alianza entre dos atributos imprescindibles para entender esa cómoda tramitación del Presupuesto. Debe anotarse en el haber del consejero González no sólo haber hecho sus deberes en tiempo y forma, frente a la corriente mayoritaria que se temía un retraso al menos tan acusado como en el caso del 2018, sino además haber congeniado con Moreno de una manera tan sincera y tan leal, según cuentan por el Palacete, que ha desarmado de argumentos a su socia en el Legislativo, mediante el compromiso de que será en el Presupuesto del 2021 cuando cristalicen las medidas que en esta ocasión han sido denegadas. Una palabra suya ha bastado para sanar a IU.
Porque en auxilio del Gobierno ha acudido un actor inesperado. El PP, nada menos. Ese PP empeñado durante los últimos meses de su mandato en el Ejecutivo en recompensar no sólo los apoyos prometidos en el congreso que otorgó la victoria a José Ignacio Ceniceros sobre Cuca Gamarra, sino todos aquellos que se necesitaban para tejer la red de socorros mutuos entre el Palacete y La Rioja interior. Puro cálculo electoral traducido en un gasto en inversiones tan exagerado como sospechoso, cuya virtud principal consiste en comprometer de antemano ese capítulo del Presupuesto recién aprobado y sirve de paso para contener la bravura de IU. Aunque también es posible que su resignación se justifique porque su diputada relea a los clásicos mientras se aburre en la Mesa del Parlamento. Ese párrafo del 'Manifiesto Comunista': «Todo lo sólido se desvanece (...) Y los hombres se ven obligados a considerar sus condiciones de existencia sin hacerse ilusiones».
Moreno prefiere aplacar su ímpetu a la espera de tiempos mejores mientras se propina un baño de realidad. El mismo donde se sumergen los novatos miembros del Gobierno, quienes ya habrán aprendido su primera lección, la enseñanza en que deben perseverar en adiestrarse: que el jefe de la oposición a los consejeros no se sienta al otro lado del Parlamento, sino en el escaño vecino. El consejero de Hacienda es siempre la auténtica oposición.
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