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Nuestras festividades y celebraciones están íntimamente ligadas al consumo de alcohol, un hábito social que se traslada de forma irremediablemente a los menores de edad, de forma especial en fechas como las de San Mateo, en las que son clásicas estampas como las de botellones de adolescentes y jóvenes en el parque del Ebro. Se trata este de un momento de preocupación para muchas familias, que tratan de concienciar a sus hijos sobre los riesgos del alcohol y las borracheras, cuyas consecuencias resultan más peligrosas en edades tempranas, cuando el sistema cerebral aún se encuentra en fase de desarrollo.
En estos días es importante tratar la cuestión con los menores, pero no es una tarea que deba realizarse únicamente de manera puntual, tiene que ir más allá y partir de bases sólidas, tal y como explica Carmen Martínez Conde, socióloga y coordinadora del Máster en Orientación Educativa Familiar de UNIR: «El afecto es la principal herramienta para conquistar las acciones educativas, con ello estamos sentando bases sólidas para la seguridad y la responsabilidad». La socióloga apunta que «en muchas ocasiones el alcohol es visto como vía de escape rápida tras la que hay problemas de adaptación, inseguridades, no tener respuestas... La familia es el principal factor de protección para sentirse arropado».
Además, una de las dificultades a la hora de reducir el consumo del alcohol en menores es que «es una sustancia muy accesible y cotidiana y que cuenta con un elemento socializador», expone Carmen Martínez Conde, que incide en que actúa como un «efecto llamada para los jóvenes y para evitar que caigan en él debemos ayudar a nuestros hijos a vivir de una manera auténtica, sintiéndose bien con su personalidad y seguros de actuar como realmente son. Lo fundamental es la prevención».
Carmen Martínez
Socióloga
Las bases educativas sustentan todo y contribuyen a fortalecer la comunicación, en este caso, sobre las consecuencias del consumo de alcohol. Esta relación a largo plazo no quieren decir, explica Martínez Conde, que no se actúe con inmediatez en el caso de fechas señaladas como las de San Mateo: «Hay que ver las fiestas como una oportunidad para hablar del tema, preguntando a nuestros hijos qué han hecho, cómo lo han pasado... pero de manera cercana y con interés real, y seguir trabajando en construir una personalidad sólida. También es una buena oportunidad para que los padres vean cómo es la realidad y la conducta de los jóvenes».
José Manuel Pérez
Psicólogo
Resulta difícil en muchas ocasiones luchar contra un consumo de alcohol que parece intrínseco a las fiestas. Hasta hace no mucho, en la mayoría de degustaciones mateas solamente se ofrecía vino, incluso a menores. Todavía se sigue haciendo en algunas. El psicólogo José Manuel Pérez –docente del Máster en Atención Educativa y Prevención de Conductas Adictivas de UNIR– señala que «la aceptación social del alcohol puede enviar un mensaje confuso, especialmente a los adolescentes. Esto, combinado con la facilidad de acceso al alcohol y la baja percepción del riesgo, fomenta un entorno donde el consumo intensivo se ve como parte normal del ocio, lo que favorece la aparición de problemas de salud a largo plazo y la perpetuación del consumo».
Los peligros que entraña el alcohol, especialmente cuando su ingesta se hace en grandes cantidades y en poco espacio de tiempo, se agravan entre adolescentes, como detalla José Manuel Pérez: «Los adolescentes son más vulnerables a los efectos neurotóxicos del alcohol, y este consumo temprano va a interferir en procesos clave para que su cerebro pueda madurar de forma saludable. Las regiones encargadas de la toma de decisiones, el control de impulsos o la planificación, como la corteza prefrontal, aún no han alcanzado su desarrollo completo. Mientras que, al mismo tiempo, estructuras asociadas a procesos afectivos y motivacionales, maduran antes, lo que crea un desequilibrio. Puede llevar a comportamientos impulsivos y de riesgo así como, a largo plazo, a problemas de memoria, dificultades en la atención y una disminución en la capacidad de aprendizaje».
Además, el psicólogo incide en la relación del consumo de alcohol a edades tempranas y trastornos futuros: «Cuanto antes se inicie el consumo, mayor será el riesgo de sufrir problemas como demencias tempranas, enfermedades cardíacas o trastornos del estado de ánimo como la depresión y la ansiedad». Con todo ello, el mensaje es claro. «Cualquier dosis de alcohol es perjudicial para la salud, pero especialmente durante la adolescencia», concluye José Manuel Pérez.
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