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Las diferencias de criterio dentro de Unidas Podemos dificultan la interlocución con el PSOE para definir el futuro Gobierno que presidirá Concha AndreuEl nuevo Ejecutivo compartido que relevará al que ha capitaneado el PP los últimos 24 años no implica estrictamente a dos partidos, sino a cuatro. Será un virtual gobierno de La Rioja en coalición entre el PSOE por una parte y la coalición que conforman ... a su vez Podemos, Izquierda Unida y Equo por otra, lo cual está suscitando la primera complejidad en las negociaciones que necesariamente deben cristalizar a mediados de julio.
Tras el 'pacto del Moderno' que posibilitó in extremis la presidencia del Parlamento para el socialista Jesús María García con un puesto preeminente en la Mesa para su socio -Henar Moreno (IU) ocupa la vicepresidencia primera- las conversaciones se prolongan ahora para una cuestión mucho más ardua: dirimir el acuerdo programático que guiará la presidencia de Concha Andreu y, sobre todo, qué área (o áreas) asumirá Unidas Podemos desde la premisa de que alguno de sus representantes estará sentado en el futuro Consejo de Gobierno.
La primera fotografía tras los comicios del 26M donde UP trasladó la disposición a prestar el apoyo de sus dos diputadas para alcanzar la mayoría absoluta necesaria visualizó ese equilibrio entre las partes. A un lado de la mesa, la comisión negociadora del PSOE conformada desde el inicio para la supervisión de los pactos postelectorales (Francisco Ocón, Raúl Díaz y Nuria del Río); al otro, los mandatados por Podemos (Miguel Reinares), Izquierda Unida (la propia Moreno) y Equo (Joaquín Giró).
La etapa en la que ahora ingresa la negociación ha mutado esa estampa que ya se quebró en la última fase de las reuniones previas a la constitución del Parlamento. Primero con las declaraciones del exsecretario general de Podemos, Francisco Javier Garrido, subrayando la entrada en el Gobierno como condición indispensable y que IU matizó, y luego con la cita prevista en Martínez Zaporta a sólo dos días de la apertura de la nueva legislatura a la que la formación morada no acudió. Y no sólo eso, sino que mientras Moreno y Ocón charlaban en la sede del PSOE se hizo pública una nota con el membrete del grupo parlamentario de UP insistiendo en participar en el Ejecutivo y el protagonismo unívoco de su cabeza de lista Raquel Romero ante lo cual, nuevamente, IU se desmarcó. Y todo ello, con la entrada en escena de dos representantes de Podemos llegados de Castilla-La Mancha para tutelar el proceso y dirigir la comunicación pero que, según las fuentes consultadas, no cuentan con la anuencia por parte del equipo estatal que comanda Pablo Echenique.
La cita preliminar fijada el lunes para esbozar los criterios que primarán a partir de ahora ahondó en esa divergencia y fue IU el que no estuvo en el hotel AC de Logroño. La azarosa convivencia entre los integrantes de Unidas Podemos no deja de ser el reflejo de la indisimulada falta de sintonía entre las dos principales fuerzas más a la izquierda. Unas diferencias ideológicas y hasta personales entre algunos de sus dirigentes que el pragmatismo superó a última hora para concurrir juntos en las elecciones autonómicas, pero que afloró en coyunturas como la de Santo Domingo donde (al igual que en otras plazas) la confluencia no cuajó pese a que allí el candidato municipal de IU es su coordinador general, que avaló una lista única a escala regional junto Podemos.
En cualquiera de los casos, la situación actual sume al PSOE en la duda de quién es el interlocutor con el que debe consensuar algo tan trascendental como el Gobierno de La Rioja para los próximos cuatro años. Más aún, cuando el acuerdo que pueda alcanzarse aquí marcará la pauta o al menos será un referente en el que virtualmente se cierre en otros territorios e incluso en el ámbito nacional. A partir de ahí, el mensaje trasladado por los socialistas ayer en el encuentro concertado en el Parlamento con sus socios es doble: que enfrente esté alguien que hable por el conjunto de la coalición que aglutina Unidas Podemos y, por otro lado, que el interlocutor (o interlocultores) tenga autoridad decisoria real sin necesidad de consultar de forma continua con Madrid.
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