De habitual en los pasillos del Palacio de Justicia al frente de batalla contra el COVID

Pero la nueva consejera es de otra pasta. Al Gobierno llegó en agosto de 2020 y lo hizo a la Dirección General de Dependencia y a cargo de la gestión de unas residencias de mayores tocadas y hundidas. Con ellas se cebó el COVID en la primera ola. Unos exigentes protocolos primero y la vacunación después lograron contener la virulencia de las sucesivas cepas del coronavirus a lo largo de los siguientes embates de la pandemia.

Una experiencia de gran dureza que sin duda convierte a Somalo en una candidata con callo para asumir nuevos retos. Tanto para mirar de frente a una pandemia que arrecia como para poner en orden un sistema que desde hace demasiado sufre fatiga de materiales. La falta de profesionales, que es ya un mal endémico en esta región, y la sobrecarga de los sanitarios amenazan con el colapso y con prender la llama de una mecha cada vez más corta.

Pero Somalo, habitual de los pasillos del Palacio de Justicia, sabe moverse en terreno hostil y pantanoso. En su larga trayectoria como abogada en los servicios jurídicos de CCOO, acuña varios logros que tuvieron gran eco. En 2017 consiguió que la Consejería de Educación redujera de 1,4 a 1 día el descuento salarial a los profesores por jornada de huelga. Un año después, que el Ayuntamiento de Logroño volviera a examinar a un opositor a bombero pese a haber cubierto todas las plazas. Un pequeño ejemplo de varios de sus logros alcanzados con la técnica de pico y pala. La misma que a buen seguro aplicará en su nuevo cometido. Este miércoles ha debutado a lo grande, con una interterritorial rodeada de sus homólogos y la ministra Darias. Ahí es nada.