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EL REPASO ·
De cómo ahora que pasa la pandemia, igual hay que empezar a preocuparseViernes | Tormentas
Odio leer cosas sobre el cambio climático. De hecho durante mucho tiempo no lo hacía. Es como cuando tu equipo va el último de la ... liga y no hacen más contarte por qué. O igual esa no es buena comparación: cuando tu equipo pierde son «ellos» los que la cagan. Nosotros ganamos, ellos pierden. Presidente dimisión, mercenarios al paredón.
No. Esto del cambio climático es como suspender todas en la ESO y tener a las radios hablando de ello. «No se puede ser más zoquete que este chaval en matemáticas, Ángels». «La verdad es que sí, Alsina. Y no has visto su último examen de latín». «Vamos a preguntar a los fósforos si tienen algún primo más tonto que este chico».
No me gustaría leerlo, claro. A nadie: día y noche, en los tiempos muertos que deja la pandemia, nos recuerdan que somos unos auténticos gilipollas individual y colectivamente. Que estamos haciendo todo lo posible por acabar con nuestra propia vida y/o la de nuestros hijos (ya ni nietos) porque, en realidad, parece como que no nos termine de importar.
Así que no lo leía. Cuando veía un artículo sobre el aumento de la temperatura global no pinchaba. Para qué. Cuando en la tele salía un trozo del Polo Norte viniéndose abajo ponía Los Simpson. Y si un ecoloconcienciado decía algo que parecía tener sentido en Twitter, un retuit como de pasada y sin leerlo.
Y no era el único. Llevo una década observando casi en tiempo real los datos de tráfico de nuestra web. Y sinceramente no recuerdo un sólo artículo sobre problemas ambientales que se colara entre los más vistos.
Es lógico, aunque criminal. Estamos suspendiendo, y el resultado no va a ser que no posamos pasar al Bachillerato. El resultado, como sigamos así, será nuestra desaparición. No nos vamos a cargar el planeta, ojo. De hecho, es posible que a él le fuera mejor sin esta molesta plaga de bípedos. Nos vamos a cargar nuestra propia vida aquí encima, y todo pasará en unas décadas si ahora no hacemos lo que debemos.
Así que ahora me obligo a leer los artículos sobre cambio climático. Y quizá ahora que estamos empezando a ver la salida de una pandemia y nos hemos asomado a lo que es una crisis mundial, estemos más preparados para lo obvio: que esta ha de ser nuestra primera tarea. O no habrá más exámenes.
Al Gobierno de La Rioja no se le da muy bien ponerse medallas. Hasta ahora, con esta media legislatura tan llena de fines del mundo, tampoco es que haya tenido muchas ocasiones. Mal puede uno estar orgulloso de cómo ha capeado un tsunami que se ha cargado a 700 vecinos, pongo por caso.
Pero alguna cosa hay que reconocerle. Esta semana, por ejemplo, se aprobó en Consejo de Gobierno cómo se iban a repartir las ayudas a empresas que han sufrido por el COVID. El primer borrador de estas ayudas que salió del Gobierno Sánchez hacía cosas absurdas: imponía qué sectores debían ser ayudados y cuáles no, cuando eso cambiaba muchísimo según el territorio. Es una de esas cosas para las que sí son lógicas las autonomías: en cada pueblo saben dónde ha caído más pedrisco.
El Gobierno de La Rioja fue de los primeros en pedir que la cosa debía cambiar, y que cada autonomía debía elegir sectores. Y finalmente ha acabado haciendo lo más sabio: no discriminar a ningún sector, de modo que cualquier empresa que cumpla las condiciones pueda recibir ayudas. Bien está lo que bien acaba.
Jueves | Ayudas
Escribo esto un sábado por la tarde sin saber qué habrá hecho España contra Polonia. Lo escribo con un poco de anonadada sorpresa: oigan, ¿recuerdan las Eurocopas de antes, cuando aparecían banderas en los balcones? ¿Por qué esta está pasando como si nada? ¿Le pasa algo al fútbol?
El otro día mi hijo (13) y un colega discutían sobre qué era eso de la Eurocopa. «Una copa que se juega en Europa», se descojonaban. Ni sabían de qué deporte.
No sé, en fin. Igual resulta que eso que dicen de que el fútbol interesa menos a los más jóvenes es verdad. Igual es algo bueno: no veo que a mi chaval se le abra ningún hueco en su vida por no saber quién es Pedri.
Sábado | Fútbol
Escribo esto un sábado por la tarde sin saber qué habrá hecho España contra Polonia. Lo escribo con un poco de anonadada sorpresa: oigan, ¿recuerdan las Eurocopas de antes, cuando aparecían banderas en los balcones? ¿Por qué esta está pasando como si nada? ¿Le pasa algo al fútbol?
El otro día mi hijo (13) y un colega discutían sobre qué era eso de la Eurocopa. «Una copa que se juega en Europa», se descojonaban. Ni sabían de qué deporte.
No sé, en fin. Igual resulta que eso que dicen de que el fútbol interesa menos a los más jóvenes es verdad. Igual es algo bueno: no veo que a mi chaval se le abra ningún hueco en su vida por no saber quién es Pedri.
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