Domingo | Tren

Hay un viejo cuento sobre ranas y cazuelas. Dice que si a una rana la metes en agua hirviendo, saldrá rebotada para salvar su vida. Pero que si, por contra, bañas al batracio en agua templada y le vas subiendo poco a poco la temperatura ... acabará cocido tan ricamente.

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Hace no mucho me contaba uno que sabe que el cuento es eso, cuento: la hipotética rana saldría corriendo en cuanto notara que la cosa se caldeaba. Lo cual demuestra que las ranas, al menos en eso, son más listas que nosotros.

Miren ustedes a los riojanos de La Rioja en el tema del ferrocarril. Nos han ido cociendo tan ricamente a lo largo de los últimos veinte años. O más. Subiendo la temperatura proyecto a proyecto, decepción a decepción, mentirijilla a mentirijilla. Y al final, aquí estamos en 2022. Ya recocidos sin remedio y, por lo visto, tan a gusto.

Dentro de unos años, todas las capitales del norte estarán conectadas por AVE. ¿Todas? No. Aquí resiste cual Asterix este Logroño nuestro con unas conexiones ferroviarias que aguantan heroicamente desde el siglo pasado. O el anterior, casi.

Cocidos estamos, sí. La batalla en la que nos jugábamos nuestras últimas castañas era el llamado corredor Cantábrico-Mediterráneo. O sea, que no era tanto que el AVE saliera o llegara a Logroño, que en fin, no somos tantos. La cosa es que el AVE que fuera desde el Levante hasta el norte pasara por estas tierras. De modo que ésta fuera una parada posible de todo tipo de tráfico.

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Cada gobierno traga cuando manda con lo que criticaba cuando no mandaba, en un eterno «si bwana» a Madrid

De eso, en fin, nada. Lo que primero iba a ser alta velocidad pronto se convirtió en una entelequia llamada «velocidad alta». Luego nos liamos entre el ancho ibérico y el europeo, nos vendieron unas traviesas multipropósito que tenían pinta de camelo desde el inicio, y al final uno ya no sabe muy bien en qué momento está.

La situación es la que es. Desde Madrid se han dibujado dos bonitas líneas de AVE que soslayan La Rioja con precisión milimétrica. Una, por el oeste, para conectar con la «Y vasca». La otra, que de Castejón subirá hacia Pamplona.

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¿Y nosotros? Nosotros bien, gracias. Cada gobierno traga cuando manda con lo que criticaba cuando no mandaba, en un incesante «si bwana» dirigido a Madrid. No oigo que se mueva una mosca a mi alrededor así que concluyo: quién fuera rana.

Martes | 8M

El peso que les dejamos

Llega y pasa otro 8 de marzo. Quizá sea la costumbre, pero pareciera que la explosión de hace unos años se va atemperando. Lo cual podría ser bueno, si es que los asuntos que afectan a las mujeres (que son muchos, variados y multiformes) estuvieran mejorando sustancialmente. Y algunos lo hacen, pero otros no.

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De entre ellos, hoy me da por escoger uno que es de los más insidiosos, de los más repetidos, y de los que más cuesta quitar: el peso que les dejamos. El peso físico de las tareas de la casa, cierto, aunque uno espera que con el tiempo y las generaciones las cosas vayan mejorando poco a poco. Pero casi me refiero más al peso mental. Al hecho de que en once de cada diez parejas es ella la que piensa en los menús, la que piensa en las extraescolares y las consigue, la que piensa en dónde nos vamos de vacaciones, la que piensa en qué, cuándo, en cómo...

Es un fenómeno universal, que afecta a prácticamente todas las parejas y que acaba con muchas de ellas. La cuestión es el porqué. Algo hay en nuestros modos y maneras como hombres que nos facilita el cómodo, e injusto, dejarse llevar.

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Lunes | Mascarilla

¿Y san se acabó?

Dice Pedro Sánchez que pronto se levantará la obligación de llevar mascarilla en interiores. Será ese el momento definitivo: daremos entonces la pandemia por acabada, porque con ello habremos también levantado la última de las restricciones. Hemos hablado tanto de gripalizar la pandemia que parece que cuando definitivamente lo hemos hecho, ya no nos damos ni cuenta.

En fin, ojalá sea para bien. En todo caso, no deberíamos cejar en un par de cuestiones. Una la vigilancia y la disposición a volver a levantar barreras. Y otra, la vacunación. Que es lo que nos ha sacado de esto, y mucho me temo que lo vamos olvidando.

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