La guerra que podemos perder
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De cómo el inane 'Viñedos de Álava' es solo otro paso en una batalla en marchaMIÉRCOLES | VINO
Esto de 'Viñedos de Álava no va a ninguna parte. Lo saben los propios de la asociación nacionalista que lo promueve (ABRA) que se ha dejado en esta batalla buena parte de sus apoyos internos y externos. Lo sabe el Gobierno vasco, lo sabe el ... Ministerio y lo sabe hasta el Consejo. Es una denominación sin sentido porque ocupa el mismo terreno que otra, porque las bodegas pasan de ello y porque ni el mismo Gobierno vasco le presta más que la atención justa.
Pero ese inane intento más ligado a Bildu que al propio PNV sí tiene un valor que los nacionalistas atesoran: el de ser otra palada en el raca-raca con el que acabarán consiguiendo (si esto no cambia) una denominación propia llamada «Rioja Alavesa».
Me van a permitir que sea en este asunto un poco pesimista. El PNV tiene la hoja de ruta clarísima en este tema. Quiere controlar el sector en Álava, porque es de los pocos que se le escapan en todo el País Vasco. Es, para ellos, como tener un grano en la punta de la nariz: un sector económico de prestigio y dinero cuyo centro de poder recae nada menos que en Logroño, ese poblacho. Y en un montón de gente de campo que ni les vota. Así que andan haciendo lo que se les da mejor. Regar cuando llueve y cerrar la compuerta cuando no.
Traducido. Más tarde o más temprano sus votos volverán a ser de vida o muerte para un Gobierno, sea cual sea su color, y en ese momento el PNV decidirá que esta y no otra es la piedra que quiere poner en el camino de Moncloa. Tiene muchas en reserva, así que cuándo ocurrirá eso es un poco misterio. Pero pasará.
Y ¿saben qué? El Gobierno de Madrid querrá concedérselo. No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
¿Es inevitable, pues, la derrota riojana en esta guerra? Quizá no. Pero para evitarlo hace falta, primero, una actitud de los gobiernos de La Rioja de muchos más decibelios. Confiarse en la labor del despacho es un suicidio: para el despacho de Moncloa vender a La Rioja siempre será un mal menor.
Por ejemplo, estaría bien que, en lugar de mandar una nota de prensa para explicar que lo de Viñedos de Álava está en Bruselas, saliera la presidenta con medio gobierno a su vera a disparar a todo lo que se moviera. Somos muy pequeños y feos: o somos además molestos y gritones o esta guerra la podemos perder.
JUEVES | BURDELES
Anuncia el PSOE su intención de cerrar todos los burdeles y pisos de prostitución de España. Ojalá sirva para algo. Porque ojalá la prostitución no existiera y no movilizara de esa manera todo lo peor que existe en el ser humano.
Pero sinceramente dudo de que sirva. Es decir. Se pueden cerrar los puticlubes, pero la prostitución seguirá, solo que más desconocida y privada y, igual que ahora, usando ese internet que facilita tanto lo bueno como lo malo.
Me temo que una norma así sería inútil en lo principal y pernicioso en lo accesorio. Y sigo pensando que el mejor acercamiento a la realidad siempre es mirarla tal cual es, y no tal como nos gustaría que fuera. Viendo que no hay ninguna época que haya conseguido erradicar la prostitución, quizá sería mejor controlarla en público que barrerla bajo la alfombra. Ya que no es ilegal, hacerla legal: dar de alta, inspeccionar, seguir y perseguir. E intentar sacar a las mujeres del asunto con alternativas, luz y opciones sociales y laborales.
Porque aunque no los veamos al lado de la carretera, los burdeles seguirán. Pero serán peores.
VIERNES | REY
Es curioso. Todo el mundo (excepto los que viven con orejeras) sabe ya a estas alturas que Juan Carlos I aprovechó su trono para llenar su cuenta corriente. Lo cual es una desgracia para él, para la monarquía, y para su hijo Felipe VI.
Y sin embargo, en Galicia se escucharon vivas al rey. Y no uno, sino muchos. La cosa es que hay españoles, entre los que me encuentro, que vemos el asunto con el corazón partío. O sea, es casi tan imposible no ver la realidad de los dineros podridos como quitarse de alguna parte del corazón el cariño que en muchos queda por el recuerdo de aquel rey de los ochenta y noventa. Ay.
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