Por qué es nuestra guerra

De eso va Putin, al final. El tipo es un dictador como tantos, aunque en un país más grande y con más tanques. Si al sátrapa no le importan sus propios ciudadanos (a los que sojuzga, encarcela o envenena, según) como para importarles los ajenos. Bucha y las ciudades del cinturón de Kiev son un buen ejemplo, como también lo es la estación de Kramatorsk.

Así que, en fin, venía a contarles que esta guerra es nuestra guerra. No solo porque estamos así de cerca, y porque las víctimas son blanquitas como nosotros. Es porque como hace 80 años un señor ha decidido que va a matar a todo el que se le oponga para imponer una visión maniaca de su propio país. Y si no se le para, él tampoco lo hará.

En este conflicto, conviene mirar muy bien en casa quién se pone del lado de quién. Fíjarse, por ejemplo, en un tal Orban, de Hungría, que lleva lustros socavando su propia democracia para ponerla a su favor, y que ahora es mucho más amigo de Putin que de Zelenski.

Igual que es amigo, recordémoslo, de los chicos de Vox. Sí, esos mismos que al día siguiente de que Zelenski cantara en el Congreso español cosas intachables ya estaban diciendo nosequé de que si Guernica o que si Paracuellos.

Amigos de estos autoritarios hay en todas las democracias. Y gente despistada que piensa que en su extremismo está la solución, porque dicen bien de cosas fáciles y en Twitter se venden bien. Pero no se piensen: siempre será muy fácil entender a un Putin. Pero eso no significa que tenga razón.

No soy capaz de entender qué tiene Concha Andreu con Raquel Romero. Ya, ya sé que su escaño fue necesario para la investidura y para los presupuestos subsiguientes. Pero ahora, a un año de las elecciones, la realidad es que ya no le hace demasiada falta. Lo principal que queda por delante serían las cuentas del año que viene, pero si no fuera capaz de pactarlas con, digamos, un Ciudadanos, lo peor sería prorrogar un presupuesto que ya da bastante manga ancha.

Así que, en fin, no me lo explico. Por qué Andreu quiere soportar el daño a su reputación que supone mantener a una tránsfuga en su gobierno como consejera durante todo un año. Cuánto vale ese voto y para qué exactamente lo necesita ahora. Lo único importante que veo en lontananza es que el Parlamento dé visto bueno a eso de ARTE, una especie de ADER ecológica que está por ver si sirve para algo que no sea que el gasto público sea sensiblemente más opaco. Y las contrataciones, también.

Si no es eso, no me lo explico. Porque para lo demás, Romero es totalmente prescindible. Y el daño que se hace Andreu a sí misma, también.

No, no creo que España este plagada de okupas que nos vayan a comer las lentejas. Pero sí, sí creo que la ley que tenemos debe proteger al propietario igual que protege al inquilino. Que no puede ser que un tipo viva en un piso sin pagar durante ocho meses, lo destroce, eche a sus compañeros, cambie la cerradura y empiece a vender los muebles por Wallapop sin que pase nada. Sin que haya ninguna posibilidad de que vaya la Policía a parar lo que a todas luces es un delito continuado, que sigue produciéndose delante de las narices de un sistema maniatado por una ley absurda. No, no funciona: y debería.