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A mediados de abril de 2020 La Rioja estaba hundida en un descomunal abismo de dolor, incredulidad y terror. La región vivía paralizada en una escalofriante pesadilla de la que tres años después, gracias a la vacunación y la 'gripalización' del covid –la gravedad ... de los pacientes es menor– ha logrado despertar.
Había jornadas de 12, 14, 17 y hasta 22 víctimas mortales. El San Pedro era un hospital de guerra, paralizado excepto para las intervenciones quirúrgicas oncológicas urgentes para atender a los centenares de pacientes de covid que llenaban todas sus plantas; la UCI, al borde del colapso, veía con preocupación cómo el stock de respiradores menguaba.
Tres años después, el SARS-CoV-2 sigue aquí. Así lo atestiguan los análisis semanales que se realizan en las estaciones depuradoras de Logroño y Calahorra, con una presencia estable en las últimas tres semanas en la de la capital riojana, tras el último aumento del 12 al 18 de marzo; y al alza en los últimos siete días en la central de La Rioja Baja. Las analíticas de sus aguas residuales, lo mismo que la vigilancia a través de la secuenciación genómica de muestras que desarrolla el CIBIR, además de ratificar que la variante mayoritaria sigue siendo Ómicron, se constata que el coronavirus mantiene su transformación: en las últimas semanas se han detectados nuevas cepas o linajes, la BA.4 y la BA.5, aclara en su último informe la Dirección General de Salud Pública, que resalta que «los estudios muestran que estas subvariantes son muy distintas a la versión original de Ómicron y que la inmunidad producida por una infección anterior podría no proporcionar mucha protección».
De hecho, según señala Salud Pública, «en La Rioja, en la última carrera procesada (Run 48), se ha detectado BQ.1 (una de las variantes consideradas de interés) en el 61,9% de los casos analizados».
Con 90 nuevos positivos notificados en la comunidad en los últimos 15 días, los indicadores de incidencia acumulada en mayores de 60 años tampoco dejan lugar a dudas de la omnipresencia del 'bicho' en la región. Este pasado viernes la IA 14 volvía a repuntar por sexta semana consecutiva para situarse en 68,31 casos por 100.000 habitantes (70,45 en el conjunto del país) después de haber comenzado 2023 por encima de los 180 y desplomarse hasta los 12,12 del 24 de febrero. En el ecuador de abril del pasado año estaba en 688,21 (el record se había alcanzado el 17 de enero, con 3.825,81); el año anterior, en 213,81; y en 2020 en 512,95.
Tanto a nivel regional como nacional, la incidencia acumulada a 14 días en los mayores de 60 años va al alza y con más intensidad en las cohortes etarias superiores: así en la de 60 a 69 se sitúa en 40,16 (37,91 en el conjunto de las comunidades); en la de 70 a 79, en 79,93 (62,56); y en la de mayores de 80 años, en 103,88 (139,68).
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Roberto G. Lastra
También repunta la positividad en las pruebas diagnósticas: 15,66% esta últimas semana, cuando era del 15,20% y del 12,06% en las dos precedentes.
Pero la circulación del virus y los contagios han dejado de tener el impacto del pasado en el sistema público de salud. La Unidad de Críticos permanece vacía de pacientes con covid desde finales de marzo y, de hecho, en la semana del 6 al 10 solo hubo uno y en la del 20 al 24, otro. La UCI no había quedado limpia del virus desde los diez últimos días de septiembre del año pasado y algunos días de principios de octubre. Para encontrar una situación similar hay que remontarse al arranque de mayo de ese mismo año o viajar a un pasado casi remoto, agosto de 2020. Sus picos de ocupación máximo se registraron el 1 de febrero de 2021, con 64 ingresados, y el 4 de abril de 2020, con 41.
En el caso de la planta de infecciosos, la cifra de ingresados por covid, con una media cercana actual a los 77 años, también ha descendido a mínimos hístóricos. Al cierre de esta semana eran atendidos 9, después de un mes de marzo que osciló entre 4 y 11. El máximo se alcanzó el 5 de enero, con 26, nada que ver tampoco con los picos del pasado: 128 el 10 de enero de 2022, 209 el 26 de enero de 2021, 151 el 16 de noviembre de 2020 y 394 el 1 de abril de ese primer año pandémico.
La mejora regional es más evidente aún si se cruzan los datos con el conjunto de España. Según el informe del Ministerio de Sanidad, la tasa de ocupación hospitalaria por covid en La Rioja es de 2,81 por 100.000 habitantes, la segunda más baja del Estado tras la extremeña (2,28) y 1,72 por debajo de la media nacional, 4,53.
La menor virulencia del virus se aprecia también en el indicador más doloroso, el de las víctimas mortales. En lo que llevamos de 2023, entre el 1 de enero y el 15 de abril, la cifra de fallecidos por covid se eleva a 6 –1 en enero, 2 en febrero, 2 en marzo y 1 este mes–, números que nada tienen que ver con el pasado reciente: en los tres primeros meses y medio del pasado año los riojanos fallecidos fueron 66 y en los mismos periodos de tiempo de los dos ejercicios anteriores, 165 en 2021 y 246 en 2020. La cifra total de vidas segadas por el SARS-CoV-2 se sitúa en 968, de las que 584 se produjeron en el primer año pandémico, 261 en el segundo, 114 el pasado año y los 6 de este 2023.
En el fin de la pesadilla, además de la inmunización de las personas que se han infectado (111.343 son los casos totales diagnosticados en La Rioja desde marzo de 2020) y la propia evolución del virus –la variante Ómicron, más contagiosa pero menos virulenta en las consecuencias de la enfermedad– ha sido trascendental la respuesta social a la vacunación.
De hecho, desde que se comenzó con la administración de la cuarta dosis de vacuna frente al covid, el 26 de septiembre de 2022, se han administrado en La Rioja 79.586 inyecciones de recuerdo.
A 9 de abril pasado, con 19.270 dosis administradas a mayores de 80 años, la cobertura era del 86,68%; en el grupo de entre 70 a 79 años, con 23.045 dosis, del 81,66%; y en los de 60 a 69, con 25.228 dosis, del 65,08%. Finalmente, en el de 18 a 59, con 12.109 dosis, la cobertura era del 6,90%.
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