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Han transcurrido más de dos décadas desde que en 1995 el entorno riojano de Sierra de Cebollera (repartido entre los municipios de Villoslada de Cameros y Lumbreras) adquirió la condición de parque natural. El espacio protegido se ha convertido en este tiempo en uno de los enclaves naturales más valiosos de La Rioja por el buen estado de conservación de su flora y fauna, pero también en un lugar para el disfrute por parte de los amantes del medio ambiente.
El único parque natural de la Comunidad es también el área natural que más visitantes recibe al cabo del año. Por el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Villoslada y el Centro de la Trashumancia de la Venta de Piqueras pasaron en el 2016 (último dato disponible) un total de 20.303 personas. En el caso del centro de Villoslada, la cifra (15.316 visitantes) resulta algo inferior a la del 2015, lo que desde la Junta Rectora del Parque Natural (que preside el director general de Medio Natural y agrupa al Gobierno de La Rioja, los ayuntamientos enclavados en el parque, la Hermandad de las Trece Villas, ganaderos y colectivos de defensa del medio natural) atribuyen a que desde ese año se dejaron de expedir en este centro los permisos para circular con vehículos a motor por pistas durante la época de setas.
No obstante, consideran que el interés por este espacio protegido «va en aumento», como lo refleja que la cifra de visitantes al Centro de la Trashumancia de la Venta de Piqueras, al que no le afecta la recolección micológica, creció hasta las 4.987 personas. Esto representa el 7% más que en el 2015. Sin embargo, matizan que las personas registradas en sendos centros suponen en torno a una quinta parte de los usuarios reales, por lo que se calcula que la afluencia en realidad supera los 100.000 visitantes.
Quienes se acercan a Sierra de Cebollera son mayoritariamente riojanos (representan el 33% de los visitantes), madrileños (19%) y vascos (12,4%). El paso de riojanos y vascos se redujo en el 2016 en relación al ejercicio anterior, lo que la Junta Rectora achaca a «los cambios en la gestión de la recolección micológica». Por otro lado, el 2,1% de los visitantes fueron extranjeros, especialmente de Francia, Alemania, Holanda y Reino Unido.
Además de por su valor y encanto natural, el parque atrae por las múltiples alternativas de uso público que ofrece y las variadas actividades que se realizan en torno a este espacio protegido. El pasado año se pudieron realizar actividades en él durante 195 días. El Centro de Interpretación de la Naturaleza de Villoslada de Cameros juega un importante papel al respecto. Cuenta con siete educadores ambientales que desarrollan parte de su labor en este enclave (también en otras áreas naturales de La Rioja), basada en informar y acompañar en el uso público a las personas que visitan el parque. «Les orientamos sobre aquello que les interesa», explica el coordinador del equipo de educadores ambientales, Jesús Malumbres.
Los senderos constituyen el principal reclamo para la mayoría de los visitantes. Por ello, durante el 2016 se efectuó un mantenimiento general de los senderos del espacio protegido y se reinstalaron placas interpretativas para invidentes en el sendero de El Achichuelo.
El centro implementa un programa de educación ambiental del Gobierno de La Rioja, en el que en el 2016 participaron más de 2.500 alumnos y docentes de 45 centros educativos de la región. «Buscamos que estos escolares conozcan los recursos para que los aprecien y desarrollen en su vida diaria un compromiso de defensa de la naturaleza», indica Malumbres. Además de estas iniciativas dirigidas a los alumnos, también se programan otras para el público general basadas en la interpretación ambiental (paseos guiados e iniciativas temáticas con especialistas). «La gente que acude al centro cada vez tiene más conciencia de un respeto por la naturaleza», valora el coordinador del equipo de educadores.
Por otro lado, el espacio protegido es escenario de actos puntuales que gozan de gran popularidad como la Fiesta de la Trashumancia, el Día Forestal Mundial o el Día Mundial de las Aves.
Si bien el verano constituye la época fuerte en el parque en cuanto a afluencia de visitantes, en los últimos años han cobrado auge el otoño y el invierno, gracias al interés por el paisaje otoñal, las setas, la berrea y las actividades con nieve.
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