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la rioja
Viernes, 20 de agosto 2021
Los restos mortales de Eduardo Martínez Somalo, cardenal, exsustituto de la secretaría de Estado Pontificia y anterior camarlengo de la Iglesia católica, reposan ya en el cementerio de Baños de Río Tobía. El hombre que tomó las riendas del Vaticano durante 17 días, los que ... mediaron entre la muerte de Juan Pablo II y el nombramiento de Benedicto XVI, recibió el último adiós en la iglesia de San Pelayo, el mismo lugar en el que fue bautizado hace 94 años, en el que recibió la confirmación y en el que ofició cientos de misas. «Él ha querido venir aquí, a su tierra. Él, que vio todos los avatares de la Iglesia universal, que acompañó a varios papas en sus viajes por el mundo, ha querido volver aquí, al pueblo que le vio nacer, para descansar en paz». Las palabras del cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal, arzobispo de Barcelona y durante diez años obispo de la diócesis riojana, resaltaban la vinculación con su tierra natal de un hombre que, aunque fue una pieza fundamental en el engranaje diplomático del Vaticano durante más de treinta años, nunca se alejó de su pueblo, al que regresaba puntualmente año tras año para pasar sus vacaciones hasta que la salud se lo impidió.
El funeral, presidido por el cardenal Omella, estuvo cooficiado por varios obispos naturales de La Rioja: José María Yanguas, de Cuenca; Abilio Martínez, de Osma-Soria y Ángel San Casimiro, emérito de Alajuela (Costa Rica). También concelebraron la eucaristía Francisco Pérez, arzobispo de Pamplona y Tudela; Eusebio Hernández, obispo de Tarazona; Vicente Robredo, administrador diocesano de Calahorra y La Calzada-Logroño; Julián Blázquez, vicario judicial; Fernando Loza, sobrino del cardenal Somalo; y Luis Antonio Foncea, párroco de Baños de Río Tobía.
En su homilía, el cardenal Omella reivindicó las virtudes del agradecimiento y de la fidelidad, «cada vez menos frecuentadas en nuestra sociedad», y pidió dar gracias a Dios «por la persona del cardenal Eduardo, por los consejos que daba, por su buen hacer, por todo lo que ha aportado de bien a la Iglesia». Su sobrino, Fernando Loza, cerró el funeral recordando que Eduardo Martínez Somalo había servido a la Iglesia «con tres pontífices santos, Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II, con quien le unía una inmensa cordialidad, simpatía, afecto y cariño». El féretro abandonó el templo mientras el coro cantaba una salve a la virgen de los Parrales, «a la que tanto rezaba -recordó Omella- y que tenía allí en Roma siempre bien cerca».
El funeral fue seguido tanto en la iglesia como en la plaza vecina, en la que la diócesis había instalado una pantalla gigante para que los vecinos pudieran participar en la celebración de la misa al aire libre, evitando así aglomeraciones en el interior del templo. A las siete y veinte de la tarde, un aplauso de todos los asistentes despidió al féretro con los restos mortales del cardenal Somalo, camino del cementerio de Baños de Río Tobía.
Al funeral por el cardenal Martínez Somalo acudieron representantes del Gobierno de La Rioja y diputados del PSOE, PP y Ciudadanos. La presidenta, Concha Andreu, recordó que el purpurado bañejo «era una persona admirada por todos»: «Debemos aprender de la humilidad que siempre mostró, aun habiendo alcanzado las más altas esferas en aquello que le correspondía». Su antecesor en el cargo, José Ignacio Ceniceros, recordaba con cariño que el cardenal había sido «compañero de pupitre» de su padre en el Seminario: «Estuve visitándole en Roma y comprobé lo querido y respetado que era en el Vaticano». La consejera de Salud y portavoz del Gobierno, Sara Alba, valoró su «trabajo incansable» y recordó que, allá donde estuviera, siempre llevaba «La Rioja en su corazón».
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