El Gobierno riojano intensificará la prospección de fuego bacteriano en 2020

La consejera de Agricultura, Eva Hita, ha expuesto el esfuerzo de la Administración y del sector para hacer frente al fuego bacteriano, que es la enfermedad más grave que afecta a los frutales de pepita, según ha expuesto durante su intervención en la XII Jornada Agrícola de Entrena, de la que informa EFE.

Hita ha incidido en la importancia de «'actuar a una« para poder prevenir y convivir con el fuego bacteriano, que amenaza la rentabilidad de las explotaciones por su carácter »altamente contagioso, su rápida expansión y su difícil control« y para el que no existe tratamiento curativo, ha detallado este martes el Gobierno riojano en una nota.

«Proteger las plantas de plagas y enfermedades es mucho más rentable que hacer frente a las emergencias fitosanitarias a gran escala y es nuestra manera de garantizar los alimentos de calidad», ha señalado la consejera en la jornada, celebrada ayer, lunes, en Entrena, localidad donde la enfermedad se manifestó en La Rioja por vez primera en el año 2000.

Ha enfatizado que «ahora es el momento de reducir el patógeno quitando las ramas infectadas« y es el momento de prepararse para cuando lleguen las fases más receptivas en la floración y con las condiciones ambientales más favorables para la aparición y difusión de la enfermedad.

«Es el momento de minimizar la epidemiología», ha subrayado la consejera, quien ha dicho que su departamento se compromete a reforzar la vigilancia durante la campaña de 2020.

Ha respaldado la iniciativa del Ayuntamiento de Entrena, pionero en La Rioja en habilitar parcelas para efectuar la quema de los árboles afectados por fuego bacteriano, con el fin de evitar que se dejen en la parcela las ramas sin quemar, aunque la recomendación primera es que las quemas se realicen en la parcela afectada para evitar el movimiento de vegetal contaminado.

En esta jornada también ha intervenido el jefe de servicio de Investigación Agraria y Sanidad Vegetal y vicedirector del Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino, Enrique García-Escudero, para quien la viticultura no escapa a un contexto climático cambiante.

En este marco, «la temperatura experimenta una tendencia alcista, con olas de calor más frecuentes y de mayor duración, y se produce un reparto de precipitaciones más irregular; normalmente asociados a eventos climáticos extremos»; y su impacto en la producción vitícola ya se ha hecho notar, según García-Escudero.

Entre las consecuencias figura «el incremento de los problemas de erosión, el reto del aprovechamiento del agua y la modificación del desarrollo, evolución e implantación de plagas y enfermedades».

Ha argumentado «el desplazamiento de las zonas tradicionales de cultivo hacia nuevas regiones frías«, »un favorecimiento de las regiones septentrionales y atlánticas ante la nueva realidad climática« y »una situación preocupante para las regiones meridionales o de componente mediterráneo«.

«Cada vez será más intenso el desfase entre la madurez tecnológica y fenólica», ha señalado este experto, quien ha añadido que «la uva alcanza unos niveles elevados y no deseados de azúcares, potasio y pH, así como disminución de acidez» y «se dificulta también la acumulación equilibrada de antocianos, taninos y compuestos aromáticos».

Para García-Escudero, «la apuesta más firme pasa por establecer las medidas de adaptación en el viñedo y en la bodega al cambio climático, pudiendo actuar en la localización del viñedo, el material vegetal, el manejo adecuado de las técnicas de cultivo y las medidas correctoras en bodega».

«Abogo por la oportunidad del modelo de Rioja, como mezcla de variedades, que hay que seguir explotando, manteniendo la tipicidad», ha subrayado.