A.P.

«Estoy genial y no puedo contagiar a nadie, pero por desgracia tienes que ocultarlo»

«Si al final hubiese sido un linfoma todos me habrían apoyado y animado, pero con esto no sé qué le pasa a la gente en la cabeza que te conviertes en un apestado», señala Pablo, de 46 años, diagnosticado de VIH en enero de este año

Lunes, 2 de diciembre 2024, 07:26

No culpa a nadie más allá de su propia irresponsabilidad. Pasó un miedo que ya ha olvidado gracias a la información y al tratamiento, pero ya ha recibido el primer «sopapo de realidad».

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Pablo mantuvo una relación sexual sin protección con una chica a la ... que apenas conocía y resultó que era asintomática y portadora del virus sin saberlo. «Me lo diagnosticaron en enero. Llevaba tres meses pachucho y cada vez estaba peor. Tenía un cuadro raro, con llagas en la boca, ganglios inflamados, resfriado, oídos taponados, cada día más cansado... Me hicieron todo tipo de pruebas, pensando incluso que podía ser un cáncer. Me realizaron serologías de todo bicho viviente y salió positivo en VIH», relata.

«Yo tenía miedo porque cada vez estaba peor, así que al final fue un alivio saber qué estaba pasando y poder ponerle remedio. La respuesta al tratamiento fue increíble, en menos de una semana todo el cuadro se había ido», prosigue para, tras admitir que «he tenido muchas relaciones sexuales sin protección con personas que no conocía, fui un inconsciente», mostrar su agradecimiento a la ciencia: «Ahora me tengo que tomar una pastilla al día y siento que estoy vivo gracias a esa medicación porque hace unas décadas igual ahora no lo estaba contando. Yo me siento genial, incluso mejor que antes porque me he cuidado más. No hay carga viral, con lo que no puedo contagiar a nadie», asegura ilusionado.

«Pese a todo, por desgracia tienes que ocultarlo. Es un temazo que estoy empezando a vivir y es un dilema que tengo ahora mismo. No tengo que ir con la cabeza gacha y con miedo a que la gente se entere, pero tampoco tengo que decirlo a los cuatro vientos, porque alguien con diabetes, por ejemplo, no lo hace. Mi círculo cercano sí lo sabe y también llamé a mis exparejas por si acaso, pero todas dieron negativo».

Gracias a las bondades del tratamiento se decidió a dar la cara: «Quería ser visible, contarlo sin problemas y normalizar esto, pero viendo unas cuantas reacciones, incluso en mi círculo no íntimo pero sí cercano, pues no sé. Si al final hubiese sido un linfoma todos me habrían apoyado y animado, pero con esto no sé qué le pasa a la gente en la cabeza que te conviertes en un apestado».

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Hace poco se presentó la ocasión, conoció a una chica y en el momento de intimar optó por ser sincero. «Me sentía mal si lo ocultaba, le aclaré que yo ya no podía contagiarla, pero que pese a todo era mejor usar preservativo y su respuesta fue de miedo y rechazo, incluso pensaba que se iba a infectar solo por tocarme. Si yo me hubiese callado no hubiese dudado en mantener relaciones conmigo sin saber nada de mí. Hay mucha desinformación y para mí fue un golpe, un sopapo de realidad, porque sigue habiendo mucho estigma a nivel social».

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