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Se venía avisando: el gasóleo apuntaba al ocaso. Europa, el único territorio del mundo donde los consumidores se decantan en su mayoría por la motorización diesel, veía cómo la proporción iba cambiando. El gasóleo baja, la gasolina sube. Y las alternativas también.
Y así ha ... sido: por primera vez desde el 2009, las matriculaciones de turismos y todoterrenos de gasolina han superado a las de gasóleo durante el primer semestre del año: 3,65 millones frente a 3,49, según datos de la Asociación de Constructores Europeos de Automóviles (ACEA), citados por la agencia Europa Press. Son 166.658 unidades más.
Ambos han crecido con respecto al año anterior, pero mientras unos lo hacían en casi el 10%, los otros apenas superaban el 4%. Mientras, el crecimiento de los vehículos «alternativos» es mucho mayor: su venta ha aumentado el 37% en el caso de los eléctricos, y en el 58% el de los híbridos.
Claro que esas últimas cifras son escandalosamente engañosas. Los vehículos impulsados por energías limpias (o al menos menos sucias) siguen siendo una minoría casi irrelevante. Sólo el 1,3% de las matriculaciones corresponde a coches o todotorrenos de carga eléctrica, mientras que el doble (2,6%) es para los híbridos: 95.442 unidades de unos, 198.579 de otros. Ni siquiera el 4% del total. De hecho, se matriculan más vehículos propulsados por gas natural (98.933) que eléctricos.
Los consumidores, pues, han dejado de ver al diesel como la tecnología favorita; las desventajas de la tecnología del gasóleo son las ya conocidas: problemas de emisiones (y mas con la nueva normativa de medición, que va a ofrecer cifras más exactas), expectativas de que su circulación se vea restringida en un futuro en algunos territorios, sobreprecio...
Sin embargo, los consumidores no ven todavía el motor eléctrico como una alternativa. La autonomía, el precio y la falta de infrestructura de recarga siguen penalizando a esta opción. El secretario general de ACEA, Erik Jonnaert, señalaba que espera de los «alternativos» un papel «cada vez más importante». «Los fabricantes están invirtiendo mucho en estos automóviles. Es necesario hacer más para que los consumidores los compren», ha apuntado.
Porque el repunte de la gasolina tiene un problema: cierto es que los diesel arrastran el sambenito de la contaminación (y es cierto, sobre todo en sus niveles de NO2 y de otras partículas) pero no está claro ni en el CO2 ni en otro tipo de emisiones. De hecho, el año pasado un estudio realizado en Alemania señalaba a los coches con motores de pequeño tamaño (el conocido como 'downsizing') como fuente de la contaminación de pequeñas partículas más nocivas que las de los motores tradicionales.
Y hay que tener en cuenta que en líneas generales los automóviles de gasolina consumen más litros de carburante, lo que está directamente relacionado con la emisión deCO2.
El propio Jonnaert señala que este cambio de tendencia de los consumidores planteará un «desafío adicional» para cumplir los objetivos planteados por la Comisión Europea (CE) para el 2030 en cuanto a la emisión de CO2. «Los responsables políticos deben de ser conscientes de que un mayor número de vehículos propulsados por gasolina conducirá a un aumento de emisiones de CO2, dado que la penetración de los coches con motores alternativos sigue siendo baja», ha subrayado.
En cualquier caso, el declive del diesel parece difícil de detener. Claro que, en este asunto, Europa se acercaría al resto del mundo: en EEUU o Japón, por ejemplo, el diesel no pasa del 3% del total de las ventas.
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