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Dentro de un mes, el próximo 8 de julio, está convocada una junta general extraordinaria de accionistas en Garpesa que se prevé determinante para conocer ... el futuro de esta histórica empresa logroñesa, fundada en 1966 por Emeterio García y Mario Pellejero. Esa reunión incluye, además de la aprobación de cuentas de los tres últimos años o la renovación de cargos sociales, el análisis de la situación económica de la sociedad, que «lleva años con problemas», según ha podido confirmar este periódico de fuentes empresariales. De hecho, en el orden del día de la junta también se habla de«inicio del proceso de liquidación o proceso de concurso de acreedores», según el anuncio publicado ayer por el Boletín Oficial del Registro Mercantil.
Son dos alternativas que se plantean por parte de la propiedad de esta panadería y pastelería, regentada ahora por la segunda generación de los García y los Pellejero, en busca de una salida para revertir el escenario actual, con dificultades económicas y financieras. El desequilibrio en el balance de las cuentas, tener un pasivo superior al activo o contar con más gastos que ingresos son indicadores habituales para que el administrador de una compañía ponga sobre la mesa, como es el caso de Garpesa, esa posible disolución para ir a una liquidación o incluso a una medida más drástica como el concurso de acreedores, si la deuda ya se antoja irreversible.
En este sentido, y a pesar de las dificultades económicas, la plantilla de trabajadores sí está cobrando sus nóminas y la actividad en las tiendas y el obrador se mantiene. Eso sí, nada comparable a lo que tuvo en su momento esta firma histórica con casi sesenta años de trayectoria porque Garpesa ha ido perdiendo tiendas en los últimos ejercicios. El último cierre se produjo, hace año y medio, en la calle Portales, pero antes llegaron los de Vara de Rey, Avenida de Colón o Primo de Rivera.
A día de hoy son cuatro las tiendas que esta negocio familiar, que tiene en la trenza su producto estrella, conserva en Logroño: en las calles Pérez Galdós –allí se instaló su primer establecimiento y ahora tiene, en el número 30, también las oficinas de la sociedad y el obrador para elaborar pasteles, tartas, esas 'famosas trenzas...–, Avenida de la Paz, Gonzalo de Berceo y Chile. El número de empleados también se ha reducido de forma considerable en los últimos tiempos, hasta quedar ahora en torno a una veintena en esos cinco centros de trabajo.
A la delicada situación económica de Garpesa, en la que también ha podido pesar la crisis que sufre el sector de la panadería y pastelería en los últimos años debido al incremento de los precios de la electricidad o las materias primas, se le unen las «crecientes discrepancias internas dentro de la sociedad», según se afirma en círculos próximos a los accionistas.
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