El galgo, el mejor compañero

A pesar de no ser una raza de perro mayoritaria, el galgo cada vez está más extendido en La Rioja. En buena parte es gracias al trabajo de la delegación de Galgos 112, que gestionan Isabel López de Munain y Belinda Marín, ocupándose de buscar casas de acogida y adopciones de los perros de esta raza que, sobre todo, aparecen abandonados o son recogidos y entregados en el Centro Municipal de Acogida de Animales de Logroño.

Los galgos son conocidos por su velocidad en carrera, que se debe a su fisonomía y a su sobresaliente número de glóbulos rojos. Aproximadamente un 11% de su volumen corporal es sangre, lo que provoca que envíen más oxígeno a sus músculos y puedan ser tan veloces, pudiendo aumentar hasta 37 veces su capacidad pulmonar. La sobresaliente presencia de glóbulos rojos en sangre también les hace ser unos buenos donantes de sangre canina.

Precisamente por ser un portento físico ha sido usado para caza y carreras, sin considerarse mascotas. La concienciación hacia el maltrato que sufre especialmente esta raza ha hecho que las asociaciones protectoras se ocupen de ellos y los den a conocer como animales de compañía leales y cariñosos.

Isabel López de Munain es dueña de dos galgos, Runa y Duque, y hasta su reciente fallecimiento de otros dos, Momo y Telma. «La situación no ha cambiado con respecto a hace años porque, al estar al margen de la protección que otorga la Ley de Bienestar Animal, se siguen abandonando en el momento que dejan de ser útiles. No hemos notado una disminución de los abandonos, a pesar de no ser una comunidad en la que sea habitual cazar con galgos, que es más propio del Sur de España, pero sí que hay movimiento de galgos que se usan para carreras fuera de La Rioja», explica la delegada de Galgos 112.

En febrero acaba la temporada de caza e históricamente siempre ha sido el mes en el que se abandonan más perros utilizados en la actividad cinegética. Una de esas razas, quizá la más icónica, es la de los galgos, que conmemoró su día mundial el pasado 1 de febrero. Aunque la caza con galgo no es habitual en La Rioja, sí que se han organizado carreras ilegalmente, sin controles veterinarios ni permiso del Gobierno de La Rioja. Y la prueba de que haya movimiento en ese sentido es que sigan apareciendo galgos abandonados, una raza impropia de criaderos y cuyos ejemplares están mayoritariamente castrados por la normativa de las adopciones.

Por desconocimiento se puede creer que es un animal que necesita un especial desgaste físico, pero lo que precisa es un cuidado normal, es decir, respeto, paseos dignos y una atención veterinaria elemental. En casa son, en general, bastante tranquilos, siempre y cuando, como cualquier otro perro, estén suficientemente atendidos.

Breo Iglesias es dueño de dos galgos, Zico y Fox, y defiende que son «perfectos para tener en un piso, pasan el día durmiendo, no piden mucho, son como un gato, no enferman mucho y son súper cariñosos». «Se pasan hasta dieciséis horas durmiendo, no necesitan gastar tanta energía como se cree, con que los bajes dos o tres veces al día es suficiente, ellos se meten sus esprints y listo».

Elena García es dueña de Tiger, al que adoptó a través de Galgos 112. «Vi una foto suya y me enamoré de él, de sus ojos, desde el primer momento. Me habían ofrecido cachorros pero la forma de ser de mi perro es única», recuerda Elena. Y solo tiene parabienes para Tiger: «Es súper bueno, sensible, se porta súper bien y si le das un sofá es el mejor perro del mundo. Pero también es el mejor compañero del mundo. Yo me lo llevo al monte, al parque y de bares, y se porta mucho mejor que muchas personas».

Ana Fernández es dueña de Nilo y cree que el galgo «es uno de los animales más nobles que existen y, aunque tímidos y reservados, son tremendamente generosos a pesar de lo que han sufrido muchos de ellos». Y Mamen Burgos, que fue propietaria de la galga Loles hasta su muerte, opina que «son un perro más, necesitan lo que cualquier otro, pasear, aunque disfrutan corriendo, pero a su aire, no obligados».

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