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Aún humeantes, las cincuenta hectáreas que ardieron anoche en los alrededores de Santo Domingo de la Calzada se encuentran esta mañana más tranquilas, y los vecinos se acercan a valorar la situación y lamentar lo ocurrido.
«Pasamos un tiempo muy angustiados», comentaba Salvador Navarro, ... que cuenta con una finca de recreo a escasos cincuenta metros de la parcela donde se originó el fuego en torno a las 20.00 horas. «Mi mujer y yo estábamos jugando al parchís cuando nos avisó un vecino de que el fuego estaba rodeando nuestro jardín -explicaba-, y al acercarnos vimos muchísima humareda. Tuvimos la suerte de que había mucho viento, pero era en sentido contrario a nuestra finca, así que libramos. De ocho a nueve se levanta el aire 'regañón', que decimos aquí, que viene de Grañón, siempre en la misma dirección y eso nos salvó».
Un viento que, aunque favorable para Navarro, fue gasolina para las llamas, que las impulsó a gran velocidad. «En un cuarto de hora había avanzado ya medio kilómetro, fue aterrador», recordaba.
También los ciclistas que rodeaban la zona esta mañana lamentaban el suceso. «Fue increíble la velocidad a la que se propagó -comentaba un usuario del camping-. Yo creo que fue provocado. Eran muchos focos a la vez. Hay que ser sinvergüenza».
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M. CARO / F. DOMÍNGUEZ
Desde el otro lado del fuego, el joven agricultor Raúl Capellán luchaba contra el avance de las llamas en los límites de Gallinero de Rioja, tratando de proteger sus cultivos, pero también las viviendas, golpeadas ya por la fuerza del viento que antecedía al fuego. Pero no estuvo solo. Agricultores y vecinos de Santo Domingo, Gallinero, Manzanares y Ciruela hacían frente al peligro acompañados por quince tractores.
«En cuanto vimos el humo llamamos al 112, porque nos dimos cuenta del rápido avance. Y teniendo maquinaria como tenemos, enganchamos el chisel (apero que favorece las labores desde la parte trasera del tractor), y fuimos a ayudar a los retenes», explicaba.
Junto a la carretera LR-331 que une las localidades de Estollo y Villaverde de Rioja hay un mirador que marca la zona donde fue atajado el mayor peligro del incendio que se declaró la tarde del martes en terrenos agrícolas de ambos municipios y del vecino Badarán. A unos metros del mismo la rápida y efectiva labor de los agricultores con sus tractores y maquinaria para remover la tierra, evitó que el fuego traspasase dicha vía y llegase a la zona de monte donde el arbolado en llamas en más difícil de atajar.
De haber traspasado esa línea, el incendio no solo habría quemado bosque, sino que también podría haber afectado a un par de viviendas al otro lado de la carretera, así como a unas dependencias de unos vecinos de Villaverde que trabajan en el almacenaje y venta de pacas de paja.
Este miércoles, en el mirador citado, el padre de los dueños de esa empresa, Alfredo Cea Tobías, agricultor ya disfrutando de su jubilación, contemplaba con pena los efectos del incendio, ya apagado y aún bajo la vigilancia de los retenes de bomberos que repasaban las zonas aún calientes para refrescarlas y apagar rescoldos.
Señalaba Cea que la última finca antes de la carretera, justo donde se contuvo el incendio, «esa es mía y ahora la llevan mis hijos. Casualmente la cosecha la han salvado por seis horas, ya que por la mañana la estaban cosechando, con lo que se quemó el rastrojo y la paja, que no les dio tiempo a retirar».
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