El 2023 cerró su calendario climatológico con el cuestionable honor de convertirse en el año más caluroso para el planeta, al menos en los últimos siglos. No fue así en La Rioja, donde los registros de 2022 marcaron un destacado récord, si bien el pasado ... año se sitúa definitivamente como uno de los más cálidos, destacando además por su irregularidad de precipitaciones, con meses muy secos y otros de severas tormentas, y por dejar unas estaciones intermedias (primavera y otoño) reducidas a la mínima expresión.
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La estación de Agoncillo registó 33 litros/m2 el 21 de junio, pero varios municipios del valle del Najerilla como Huércanos o Uruñuela sufrieron mucho más, con hasta 100 litros que provocaron severas pérdidas materiales.
Los termómetros alcanzaron su pico el 24 de agosto después de varios días sofocantes. Y no sólo fue la máxima del año, sino la temperatura más alta registrada nunca en La Rioja, batiendo el récord de 42,8º de 1982.
Las mínimas se desplomaron en diciembre, uno de los pocos meses que marcó una media más baja de lo normal. En doce días, los termómetros bajaron de los 0 grados, llegando hasta los 6,7º negativos.
El balance de temperaturas anual confirma lo que mes a mes se anticipaba. El 2023 cerró con una temperatura media (tomada en la estación de Agoncillo-Logroño de la Aemet) de 14,7º, solo por detrás de 2022, 2019, 2017, 2014, 2011 y 2003, y ocho décimas por encima de la temperatura media normal de la región (estimada con el periodo 1981-2010). Además, las máximas fueron, en global, las terceras más altas desde que existen registros (21,1º), mientras que las mínimas se situaron en 8,3º, en la normalidad, si bien fueron las más bajas de la última década.
Estos datos globales responden a un año en el que ocho meses superaron su temperatura media habitual, destacando los 17,1º de mayo, los 25,5º de agosto o los 16,1º de octubre;mientras que febrero y diciembre bajaron los termómetros anuales por sus mínimas en negativo. Ambos meses sumaron 29 días, casi la mitad, con registros bajo cero. El invierno no fue extremo pero sí frío, especialmente tomando los parámetros actuales, algo que impidió una media anual superior.
El verano, fiel a su nueva costumbre, llegó pronto y se fue tarde, dejando por el camino jornadas especialmente sofocantes. Abril fue el más caluroso desde que existen registros, con una media de máximas de 22,4º, superando por segunda vez los treinta grados, esa barrera que anticipa el verano. Y es que la primavera fue un visto y no visto. Los abrigos dieron paso a los pantalones cortos casi sin transición para adentrarnos en un largo estío, ya que incluso en la primera semana de octubre se registraron temperaturas por encima de la treintena.
El extremo quedó para agosto. Pese a que la tradición manda que en la segunda quincena el calor empieza a menguar, precisamente esas fueron las fechas de mayor bochorno. En las horas centrales del día, salir de casa era una tarea de riesgo y la caída del sol no daban un respiro, encadenando varias noches tropicales (siempre por encima de 20º). La escalada culminó el 24 de agosto, día que alcanzó 43,3º, la máxima en la región desde que existen registros (1961), batiendo el anterior récord que permanecía desde 1982 imperturbable (42,8º).
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La primavera y el otoño pierden días año tras año. Según un análisis del meteorólogo de la Aemet Benito Fuentes, el verano riojano es actualmente entre treinta y cuarenta días más largo que en 1940, comiendo espacio progresivamente en el calendario a las estaciones de entretiempo, si bien el invierno también cede bastante terreno según la misma publicación, especialmente para anticipar la llegada de la primavera. La tendencia comenzó a cambiar de forma más acusada entre los ochenta y los noventa.
Esta situación se ve reflejada también en el estudio de la desviación de la temperatura media de cada año con respecto a la normalidad térmica en La Rioja. Los últimos diez años han sido más calurosos de lo normal. En el caso de 2023, superando en 0,8º la media de referencia, frente a la desviación máxima alcanzada el pasado año, de 1,8º para una temperatura media anual de 15,7º.
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En términos globales, 2023 también ha sido un año lluvioso, pese a las situaciones de grave sequía vividas al comienzo de la primavera y en pleno verano.Entre julio y agosto, la estación de Agoncillo solo recogió 3,7 litros por metro cuadrado. Sin embargo, las copiosas tormentas de junio (83,4 litros/m2) y septiembre (97,6) elevan la estadística pluviométrica hasta los 429,9 litros/m2 anuales, por encima de la normalidad riojana, que se sitúa en 404,6 litros. Sin duda, un año extremo en cuanto a precipitaciones y que dejó las imágenes más desoladoras en la mañana del 22 de junio, con las consecuencias de una histórica tromba de agua el día anterior en la comarca de Nájera, que afectó especialmente a Uruñuela y Huércanos, anegados entre el esfuerzo de sus vecinos por salvar todo lo posible.
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