El número de jóvenes en obtener el permiso cae un 5% en un lustro

Este descenso de 1.391 jóvenes supone un 5,5%, una caída menor que en otras comunidades vecinas como puede ser el País Vasco, pero que a juicio de la jefa provincial de Tráfico, Beatriz Zúñiga, es un síntoma de «algo que ya veníamos apreciando desde hace tiempo. El 'boom' por sacarse el carné de conducir –en alusión al permiso B para manejar turismos– en cuanto cumples los 18 años ya no existe». Hace «no tanto tiempo», los jóvenes aprovechaban el verano posterior a terminar los estudios o las vacaciones de Navidad para «intentar hacerse con el carné», añade.

Pero ahora «ni mucho menos hay una demanda de esas características. Los tiempos han cambiado y creo que también la forma de educar», sostiene José Antonio Rodríguez, «porque si los hijos tienen que ir a la universidad o a un entrenamiento, ya están los padres para llevarles. Así que no ven esa necesidad de dar el paso» de apuntarse a una academia para obtener el permiso de conducir.

Salvo, eso sí, que lo necesiten para acudir a su puesto de trabajo «o si están preparando oposiciones para, por ejemplo, los cuerpos de Policía o Guardia Civil o para entrar a trabajar a Correos. Pero incluso en este sentido también esperan hasta el último momento para empezar a recibir clases».

¿Y puede influir el aspecto económico en este desinterés de los jóvenes? ¿Es muy caro sacarse el carné de coche? «Lo mismo que hace diez años», responde rápidamente el presidente de las autoescuelas de La Rioja, «en torno a mil euros con impuestos». Aunque sí es cierto que el mantenimiento del vehículo, el seguro o los precios del combustible «pueden repercutir de manera negativa, porque todo tiene un coste, indudablemente», asume Beatriz Zúñiga.

Sin embargo, en opinión de la responsable de Tráfico en La Rioja también influye «el cambio de hábitos porque hay otras opciones de movilidad además del coche propio. Existen plataformas para compartir vehículos a las que los jóvenes cada vez recurren más y luego están los patinetes, además de las motos o las bicis, que de un tiempo a esta parte cada vez se usan más. Y todas estas alternativas han venido para quedarse».

Esta falta de relevo en los conductores de la región también se extiende al sector de las autoescuelas. «Ahora rondaremos unas cuarenta en La Rioja», calcula Rodríguez, «pero se han ido cerrando en los últimos años, en el entorno de Logroño media docena en una década. Quienes estaban al frente de estos negocios se han ido jubilando y no hay relevo generacional».

También en el profesorado se echan en falta efectivos, en torno a diez según el presidente de la Asociación Riojana de Autoescuelas –en España, se necesitan 3000–. «Ahora seremos unos noventa o cien en la comunidad, hablamos de un 10% más. Cuesta mucho esfuerzo hacerse con este título y por eso no es muy atractivo. El objetivo es que sea un grado de Formación Profesional –de técnico superior en Formación para la Movilidad Segura y Sostenible– de dos años de duración y que aumente la empleabilidad», concluye.