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A los 15 años se empieza a pedir a nuestros jóvenes (casi niños) que se decanten por las letras o las ciencias para ir enfocando su futuro profesional. A los 17 tienen que haber elegido la carrera universitaria que cursarán para tratar de conseguir las notas de corte de las distintas facultades. A esto hay que sumar las exigencias de una vida social dominada por las crudas redes sociales y, además, las diferentes circunstancias personales que cada uno acarree en su mochila. El resultado es una generación de preadolescentes y jóvenes estresados, preocupados, nerviosos y frustrados.
«Son momentos en los que se ven obligados a tomar ya muchas decisiones: seguir estudiando o trabajar, qué van a hacer con su vida, y eso supone cambios, de vivienda, de compañeros, de hábitos, asumir responsabilidades... y son temas que a ellos les preocupan, al margen de otros que se están extendiendo a nivel social por las redes sociales, que también a ellos les inquietan mucho», asegura Eva Solera Hernández, doctora en Psicología y Educación, docente del Grado de Educación de UNIR y miembro del grupo de investigación Prodigi (Desarrollo Personal y Profesional a través de Géneros Digitales).
1. Reconoce tu malestar . Es lógico sentirse mal si no consigues lo que quieres, pero no es el fin del mundo. Todo tiene solución, solo hay que buscarla.
2. Intenta reducir el malestar. Se pueden hacer ejercicios de respiración, yoga, ejercicio físico, escuchar música o alguna actividad que distraiga o relaje.
3. Analiza de nuevo la situación. Piensa de nuevo cuál es el problema, qué has hecho antes para solucionarlo y qué podrías hacer distinto. También piensa qué necesitas, si necesitas la ayuda de alguien y qué pasos vas a dar.
4. Perseverar. Hay que volver a intentarlo las veces que sean necesarias porque puede que hayas pasado algo por alto o haya algo nuevo que tengas que utilizar.
5. Autorrefuerzo cuando ya lo resuelvas. Recordarte a ti mismo lo bien que lo has hecho, que aunque parece raro o una tontería, no lo es. Es una forma de premiarnos a nosotros mismos, reconocernos que hemos solucionado algo que nos ha costado un gran esfuerzo.
Y es que, según los expertos, uno de los factores más determinantes en este sentido de la gestión de las frustraciones es que vivimos en una sociedad de la inmediatez. «En generaciones anteriores, por ejemplo, para conseguir algo que querías mucho, había que esperar a Navidades o cumpleaños para poder tenerlo, y parece que eso ahora ha cambiado, ahora se pide y se tiene de forma mucho más inmediata, sin mucho esfuerzo y viendo resultados rápidamente. Y mucho más con las redes sociales y con Internet», confirma Solera.
Eva Solera Hernández | Doctora en Psicología y Educación y docente de UNIR
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Ante ello, la doctora y docente de UNIR sugiere que hay que aprender a lidiar con la frustración que supone para los jóvenes no poder conseguir siempre todo lo que se quiere. Incluso, propone que ante tanto estímulo como disponen hoy día: medios de comunicación, internet, juegos, redes sociales, los adolescentes deberían 'aprender a aburrirse'. «Es un proceso de aprendizaje que luego les servirá para cuando se incorporen al mercado laboral ya que, probablemente, el trabajo en el que estén no cumpla los requisitos que ellos quieren de primeras, que no les encaje del todo. Por eso tienen que aprender a frustrarse y también a aburrirse». Y la clave de este aprendizaje se encuentra en padres y profesores. Las dos partes deben estar ahí, estar pendientes, dispuestos a escucharles. a motivarles, a atenderles sin emitir juicios, pero también estableciendo límites y promoviendo el esfuerzo.
Desde el punto de vista de la docencia, Eva Solera aboga por adaptarse a las características de los alumnos y adoptar las nuevas tecnologías y las herramientas digitales para optimizar los resultados en las clases, pero sin olvidar la parte tradicional de que los niños y jóvenes siguen evolucionando a nivel físico, psicológico y cognitivo de la misma manera que antes, aunque con otras características sociales que hay que ir incorporando.
Con todo, el mensaje queda claro, de todo se aprende en la vida, hasta de la frustración, pero hay que aprender a gestionarla.
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