José Antonio Herce
José Antonio Herce
«No hay límite al crecimiento de las pensiones y ese crecimiento hace que esta partida absorba cada vez una proporción mayor del gasto público», advierte José Antonio Herce San Miguel (Calahorra, 1951), doctor en Economía, socio fundador de LoRIS y una de las principales autoridades de España en materia de pensiones, quien alerta de los riesgos, en pleno incremento de la esperanza de vida, de renunciar al mecanismo actual, vigente hasta 2027, de aumento progresivo en la edad ordinaria de jubilación.
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– La cifra de pensionistas ha crecido en La Rioja en la última década el 10, 65%, unos 7.000 más, pero el gasto en el 63,63%, 35,6 millones. ¿A qué se debe?
– A que ha llegado gente con carreras más largas de cotización y, por lo tanto, con pensiones más altas. Además se reduce la jubilación anticipada, que conlleva una penalización de la pensión, y cuantas menos jubilaciones anticipadas haya mayores van a ser las pensiones con las que se jubilen quienes lo hacen un año o dos más tarde. Luego está el hecho de que la edad ordinaria de jubilación está ahora mismo en 66 años y seis meses cuando en 2013 estaba en 65 años y ese aumento conlleva carreras más largas que se traducen en pensiones más altas, que además se han revalorizando en los últimos años especialmente de manera muy importante con el IPC. Y claro cada vez hay más pensionistas, así que todos los factores ayudan.
– En España el gasto mensual se ha situado en casi 13.000 millones. De récord.
– Sí, pero es que cada mes se cumple un récord y cada año se cumple un récord, vamos a seguir así porque se va a acelerar el número de jubilaciones de los baby boomers y la carrera de cotización va a seguir aumentando hasta los 67 años que será la edad ordinaria en 2027. Si además la jubilación anticipada se sigue reduciendo como hasta ahora, más jubilaciones de pensión media más elevada habrá y, por tanto, no se va a frenar el aumento del gasto. Y luego está la jubilación demorada, que tiene un cierto recorrido, que lo que hace es que haya pensiones más altas porque o bien se les da el cheque o bien un 4% de por vida sobre la pensión que obtengan sea la máxima o no, con lo cual ahí ya se rompe el límite al crecimiento del gasto. Tenemos una fórmula de cálculo de pensiones que es explosiva porque no tienen límite alguno cuando la esperanza de vida sigue aumentando y hoy es ya tres años más elevada que hace veinte años. No hay límite al crecimiento de las pensiones y ese crecimiento hace que esta partida absorba cada vez una proporción mayor del gasto público.
– ¿Es sostenible? ¿Hasta dónde puede aguantar la ubre?
– Bueno, yo creo que cada vez aguanta menos y únicamente es sostenible si se detraen recursos de otras grandes líneas de gastos social, como pueden ser el sanitario o el educativo, que se encuentran enfrentados a limitaciones muy importantes justamente porque las pensiones absorben todos los aumentos. Evidentemente podría ser sostenible si hubiese alza de los ingresos por cotizaciones, pero es que el problema que tiene el aumento de los ingresos por cotizaciones es que los derechos futuros de pensión aumentarían y dentro de 20 años el gasto se elevaría desproporcionadamente.
– Sería lo de pan para hoy y hambre para mañana, ¿no?
– Efectivamente. Por eso no, no es una fórmula razonable. Es una bomba de relojería y se corre el riesgo de defraudar las expectativas, que ya no son muy halagüeñas, de los trabajadores más jóvenes que, equivocadamente en mi opinión, creen que no van a cobrar pensión. Claro que la van a cobrar, pero no va a ser tan buena como la de sus padres y esto convendría ir diciéndoselo para que hicieran sus números, que vean dónde quieren trabajar, en qué sector, si quieren formarse más para tener mejores salarios y mejores trabajos y, por lo tanto, acumular más derechos de pensión, porque hoy cada euro cotizado rinde mucho a los trabajadores que se jubilan, pero los que se jubilen dentro de 20 años por cada euro que coticen van a obtener menos retorno. Esto está escrito así y tarde o temprano empezaremos a verlo.
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– Como decía la edad ordinaria de jubilación va, lentamente, al alza y en 2027 se situará en 67 años, ¿es suficiente?
– No, no, no, porque si en 2027 se detiene el aumento de la edad ordinaria de jubilación en los 67 años la esperanza de vida no va a dejar de crecer y por eso sería bueno que hubiese una fórmula como la que hay en otros países, por ejemplo en Dinamarca, donde por cada año de aumento de la esperanza de vida, la edad de jubilación se incrementa no en un año pero sí en unos cuantos meses. Yo creo que sería bueno que llegados a 2027, con 67 años de edad ordinaria, esta siguiera aumentando en proporción a lo que se incremente de manera estructural la esperanza de vida, pero eso no está previsto de momento y ningún político ni ningún gobierno se ha expresado al respecto de manera clara y da la impresión de que nadie tiene ganas de mantener el mecanismo que vincule el aumento de jubilación al aumento de la esperanza de vida, cuando los organismos internacionales recomiendan que así sea. En 1900 la esperanza de vida en España al nacer era inferior a los 40 años y la edad de jubilación era a los 65 cuando no te quedaban ni diez años de vida y ahora la esperanza de vida ronda los 83. Por eso hay que seguir con el modelo actual transitorio y poco a poco, con un aumento anual de meses en la edad ordinaria de jubilación, al menos mientras no se observe una caída estructural durante años de la esperanza de vida. Tiene que haber un aumento progresivo de la edad de jubilación y también de las condiciones de trabajo para las edades más elevadas porque obviamente los trabajos no pueden seguir siendo los mismos.
– ¿Qué fórmulas le convencen de otros países? ¿Hay otros modelos al margen del danés que comentaba?
– Sí, muchos países tienen ya vinculado el aumento de la edad de jubilación con el incremento de la esperanza de vida y claramente esa tiene que ser la pauta, obviamente respetando a las profesiones más onerosas en el plano físico, que, además, están cambiando y hoy no son las mismas del pasado, ya no hay casi mineros, pero por ejemplo los profesores de Secundaria de la mitad de los colegios e institutos españoles están quemados a los 50, eso no quiere decir que se deban jubilar a partir de esa edad, pero sí deberían de reorientarse profesionalmente. Otro ejemplo serían los cuidadores de personas mayores y otras profesiones en las que es obvio, como la construcción o los conductores de camión, entre otras.
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– ¿Qué les aconsejaría a las personas que ahora mismo están entre los 60 y 65 años o cada caso es distinto?
– Bueno, cada caso es distinto, pero el grueso de las personas que están en esa edad en general están en buen estado físico y mental, aunque obviamente ya con las cronicidades propias de esa edad. A partir de los 50 años, el 90% de las personas trabajadoras o no tienen una o más cronicidades, léase hipertensión, problemas de azúcar, articulares… Pero en general tienen vidas que se pueden sobrellevar bastante bien y por eso yo creo que tienen que hacer lo posible para girar sus actividades productivas y laborales hacia actividades menos onerosas para mantener la actividad laboral, lo cual supone también mantener sus ingresos sin mucha merma. Hay fórmulas de jubilación flexible e incluso de jubilación activa, que permite compatibilizar la pensión con los ingresos del trabajo y que, además, van a ir mejorando con el tiempo. Y en cuanto a la gente más joven pues que tiene que ir pensando en dedicar una parte de sus recursos a un ahorro complementario para la jubilación o utilizar el ahorro que han hecho con sus viviendas para complementar su pensión con productos que hoy por hoy, aunque no son todo lo perfectos que nos gustaría con el tiempo también van a mejorar. Insisto, los jóvenes van a cobrar su pensión futura, pero no va a ser como la de sus padres y eso deben de tenerlo presente.
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