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La Formación Profesional riojana va a batir récords este curso, cuando se espera que llegue a los 9.000 alumnos tras años de crecimiento. Sin embargo, el rechazo de la Consejería de Educación y Empleo a unas líneas de ayuda para crear nuevas plazas públicas ... ha desatado las críticas de la oposición.
El Gobierno regional ha defendido que negarse a esas percepciones es cuestión de «responsabilidad». Daniel Marín, director general de FP, explica que «en 2021 el objetivo de sumar 800 plazas se cumplió, en 2022, el de crecer otras 750 también, puesto que era alcanzable, pero en 2023 fueron 1.800 plazas. Por responsabilidad, se aceptó ese objetivo del Gobierno anterior y se va a cumplir. Pero, ¿cuánto más?», se pregunta. Para Marín, el Ministerio conocía «desde la Conferencia Sectorial del 17 de julio que La Rioja no estaba en situación de aceptar esos fondos y la secretaria general alabó nuestra responsabilidad. Ahora la critican», argumenta.
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Pero, más allá de hasta dónde puede llegar la FP, que desde el Ejecutivo se considera «prioritaria, ya que las cifras de personas con estas titulaciones es la mitad de la recomendada por la UE», cabe preguntarse cuál es su situación actual. Y desequilibrio puede ser la palabra que mejor defina este estado.
El proceso ordinario de matriculación acaba de concluir y, hasta el 11 de octubre, se abre uno extraordinario que tratará de absorber parte de estas desigualdades entre ramas y familias profesionales. En este sentido, actualmente hay 1.633 alumnos que han optado a una plaza para este curso en grados básicos (182), medios (782) y superiores (666) y que se encuentran en lista de espera. Y, al mismo tiempo, para 2.507 ofertas de formación no ha habido postulantes.
Para analizar estos desequilibrios, en primer lugar, hay que ver que existen grados muy demandados, especialmente en el sector de la electromecánica, en sanidad, educación o nuevas tecnologías, mientras que otros languidecen y no resultan atractivos. Pero se siguen ofertando. «Nuestra estrategia es oír al mercado laboral y alinearnos con sus necesidades lo antes posible», explica Marín. «Vamos a ir en esa línea, pero buscando minimizar los efectos colaterales», añade. Porque detrás de esos ciclos hay profesores, instalaciones, maquinarias... y también posibilidades de empleo. Tal vez uno de los ejemplos más paradigmáticos sea el centro Camino de Santiago, focalizado en la hostelería, con medio centenar de vacantes, pero existen muchos más. Por ejemplo, los tres cursos del grado de Vitivinicultura nocturno que ofrece La Laboral.
Otro factor es el territorial. Logroño centraliza al 75% de los estudiantes de FP y las listas de espera más largas. Mientras, esos mismos grados tan demandados en la capital no se llenan en otras localidades. «No vamos a luchar contra lo que no tenga sentido –reflexiona Marín– pero tampoco podemos centralizar toda la oferta educativa. La educación tal vez no sirva para frenar, pero sí para que no se acelere el fenómeno de la despoblación». Por eso desde el Gobierno regional se aboga por «autobuses lanzaderas que permitan llegar a los centros educativos».
Y, por supuesto, también están los horarios. Vespertinos o nocturnos sufren para llenar sus aulas, aunque la FP también sea una herramienta de formación continua y de mejora laboral.
Y mientras la FP riojana trata de hallar el equilibrio, este curso es el primero regido por una nueva ley en la que la dualidad (estudios y prácticas en empresa) se impone desde el primer curso, lo que obliga a movilizar a más empresas para que los alumnos completen su formación en ellas. La Rioja debe redactar un decreto para regir esta nueva FP que busca acercar todavía más al mercado laboral.
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