«Como de forma normal y ni fumo ni bebo. No he probado el alcohol en mi vida»
ISABEL GALILEA ROMERO | ALBELDA ·
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ISABEL GALILEA ROMERO | ALBELDA ·
D. M. A.
ALBELDA DE IREGUA.
Domingo, 12 de febrero 2023, 01:00
El pasado 4 de enero Isabel Galilea Romero cumplió 100 años y lo celebró con toda su familia en su Albelda de Iregua, donde nació en 1923 y donde ha vivido siempre, atesorando tres hijos, seis nietos y ocho biznietos.
Desde su casa, donde ... reside desde hace 60 años (antes vivía en el campo), en el centro del pueblo, ve la plaza Mayor, el centro neurálgico de la localidad, y por sus ojos ha visto pasar la historia reciente de Albelda. Por ejemplo, ha visto las tres iglesias de San Martín que ha tenido Albelda en el último medio siglo y no se ha perdido la gran tradición agrícola, sobre todo de árboles frutales, que tiene el municipio, además de las más modernas y recientes industrias que están en el pueblo.
Viuda de Esteban Martínez, Isabel es muy devota de la Virgen de Bueyo y ha dedicado toda su vida a trabajar en la agricultura y en cuidar de su familia en casa. «Tengo 100 años, un mes y cinco días», contabilizaba el pasado jueves Isabel Galilea, acompañada de sus hijos Sebastián y Alfredo. Su otra hija se llama Raquel.
Al preguntarle por cómo se encuentra es absolutamente sincera. «Me siento toda dolorida. ¿Qué quiere que le diga? Esa es la verdad, pero bueno, demasiado bien me encuentro», reconoce Isabel.
Al intentar sonsacarle su secreto de longevidad, señala el trabajo. «Trabajar mucho, en el campo y en casa, cuidando a los hijos», afirma Isabel, aunque también tiene otros trucos, como comer una manzana a diario. «Mientras haya fruta en casa no compro», ríe de forma pícara. «Comer normalmente y ni fumar ni beber. No he probado el alcohol en mi vida. Solo agua. Y ahora, poca. Antes, de joven, bebía mucha», describe Isabel como la verdadera razón de haber llegado al siglo de edad.
Caprichos se da pocos. Por ejemplo, mira a sus hijos cuando le hablan de chocolate: «¿Chocolate? ¡Cuando me dais!», bromea. Sus hijos, Sebastián y Alfredo Martínez, señalan, eso sí, que le gusta mucho el chorizo asado, ante lo que ella sonríe como una niña que hace una inocente travesura. Y también sonríe al enumerar toda la descendencia que tiene, sin olvidar a nadie.
Al preguntarle por sus aficiones, se ríe al reconocer que hace punto. «Me gusta trabajar lo que puedo, aunque no me puedo mantener de pie», confiesa Isabel. Sobre la mesa de su habitación hay un juego de habilidad con las manos que toma y deja alternativamente, así se ejercita, aunque realmente ya lo hace cuando teje.
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