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Los dos presuntos asesinos de Guillermo Castillo, el hostelero de Cuzcurrita dueño de la conocida casa bodega que lleva su nombre, se enfrentarán a penas ... de cárcel que oscilan entre los 27 años y la prisión permanente revisable. La petición más suave, según ha podido saber Diario LA RIOJA, la efectúa la Fiscalía que solicita 23 años de prisión para cada uno de ellos por el delito de asesinato y otros 4 más por robo con fuerza.
Sin embargo, el escrito más duro lo presentan desde el despacho del mediático Marcos García Montes, abogado de la acusación particular que representa a la familia y que pide para cada uno de los procesados la pena de prisión permanente revisable por los mismos delitos que les imputa la acusación pública, es decir, asesinato y robo con fuerza, a los que suma el de organización criminal. La acusación, para justificar su petición, alega que Guillermo Castillo era una persona vulnerable tanto por su edad (78 años) como por las enfermedades que padecía.
En el lado opuesto, las defensas, tanto de A. D. G. D., de 53 años y nacionalidad española, como de C. S. R. M., de 38 y nacido en Portugal, piden la absolución al considerar que no estuvieron implicados en los hechos.
Las peticiones se han dado a conocer pocas semanas después de que el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Haro concluyera la investigación y elevara el caso a la Audiencia Provincial de Logroño, donde, en fecha aún por señalar, se celebrará la vista oral por el procedimiento del jurado, lo que implica que un tribunal ciudadano tendrá que deliberar sobre la culpabilidad de A. D. G. D., apodado el 'Pastelitos' y vecino del barrio de La Estrella, y de C. S. R. M., que residía en la localidad alavesa de Laserna.
Los dos presuntos asesinos del restaurador de Cuzcurrita, que fueron detenidos tres meses después del suceso, según concluyó la investigación, emplearon una violencia «extrema» golpeándole hasta la muerte y todo para apoderarse de una cantidad irrisoria de dinero. Los acusados planearon el crimen pensando que podrían hacerse con un botín considerable, creían que el bodeguero tendría en su casa todo lo recaudado en el conocido restaurante durante el puente del Primero de mayo y, tras revolver la vivienda, sólo hallaron 600 euros.
Los hechos ocurrieron en la madrugada del 2 de mayo. Los presuntos asesinos se desplazaron de Logroño a Cuzcurrita a bordo de un turismo y una vez en la localidad riojalteña, aparcaron en las proximidades de la vivienda de Guillermo Castillo, llamaron a su puerta y el empresario les dejó pasar al reconocer a uno de ellos. En un determinado momento, le golpearon hasta la muerte sin que este pudiera defenderse, le inmovilizaron y le encerraron en un cuarto. Ya sin obstáculos, registraron la vivienda y se dieron a la fuga tras apropiarse de los 600 euros.
El cuerpo de la víctima fue descubierto a primera hora del martes 2 de mayo. Ese día, sobre las ocho de la mañana, uno de los empleados de Guillermo Castillo intentó contactar con él y como ni le abría la puerta ni le cogía el teléfono, avisó a Yolanda, hija del restaurador. La mujer acudió de inmediato. Al llegar, vio que la puerta estaba abierta y nada más entornarla, observó que las zapatillas de su padre estaban tiradas en el rellano. Todas las señales hacían presagiar lo peor. Ella estaba asustada así que le dijo al empleado que accediera a la vivienda hasta que minutos después llegó la GuardiaCivil y encontró el cadáver de Castillo en el interior de la despensa.
A partir de ese mismo momento comenzó una compleja investigación, que la Guardia Civil bautizó con el nombre de operación Squilla, y que concluyó con la detención de los dos procesados y con el registro de las viviendas de ambos y de otra casa, ubicada en Pradillo, localidad en la que residía la pareja sentimental de C.S.R.M..La mujer, de 59 años, también fue detenida en un primer momento, aunque poco después fue puesta en libertad porque no tenía implicación en los hechos.
En el momento en que los dos acusados supuestamente asesinaron a Guillermo Castillo, uno de ellos se encontraba de permiso carcelario y el otro llevaba una pulsera telemática de las que se emplean para la reinserción de los presos.
A. D. G. D era uno de los internos más conocidos de la prisión logroñesa. De hecho, entraba y salía constantemente después de cometer todos y cada uno de los delitos que se le imputan. Acumula hasta 22 detenciones desde 2014. El crimen de Cuzcurrita tampoco supuso un parón en su actividad delictiva, el 24 de julio, dos meses después del asesinato, era detenido por atracar a punta de cuchillo y con un arma de fuego una sucursal bancaria en el barrio de Varea de Logroño.
C. S. R. M., tampoco está libre de antecedentes. De hecho, tiene un amplio historial delictivo por robos con violencia, aunque hasta el 2 de mayo no había pasado de ser un delincuente habitual.
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