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La presa de Enciso está terminada. Muchos vecinos del valle del Cidacos pensaron que nunca podrían enunciar esa sentencia. Pero así es. Pueden decirlo: la obra civil de la presa está terminada. Ahora restan dos años de pruebas de llenado y de comportamiento de su pared y de las laderas que la abrazan para que pueda entrar en funcionamiento a plenitud.
La idea de levantar la presa surgió en los años 20 del pasado siglo, pero no se licitó hasta 1993. Hubo que esperar otros cuatro años hasta la adjudicación, que tuvo lugar en 1997 por 5.857 millones de pesetas y un plazo de ejecución de 36 meses, aunque los trabajos para levantar la pared de hormigón no se iniciaron hasta once años después, en el 2008. El final se esperaba para el 31 de diciembre del 2011, pero no ha sido hasta este año cuando la presa ha alcanzado los 103 metros de altura proyectados. Con una inversión que se calculó para su recta final de 91 millones de euros, su aliviadero está acabado y, en estas semanas, concluyen remates de auscultación, de acondicionamiento de su oficina y sala de emergencias.
«Tras el verano -explica Ramón Lúquez, director de obra de la presa- será el momento de probar la implantación del plan de emergencia de cara a la puesta en carga en el 2019. La operatividad estará condicionada por el plan de emergencia, que prevé la velocidad de llenado para comprobar la versatilidad del vaso y de la pared. Hay que escalonar las paradas de llenado para evaluar el comportamiento estructural, algo que nos llevará no menos de dos años». En esa fase de llenado, influirán obviamente las aportaciones naturales procedentes de la lluvia y la nieve.
Tras el parón de diciembre del 2015, la renovación del contrato entre el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente y la unión temporal de empresas adjudicataria, formada por FCC y Dragados, reactivó en abril del 2017 unos trabajos que habían estado detenidos dieciséis meses. Desde entonces, los las obras no han parado y se han mantenido tres turnos en los que han estado empleados en los momentos clave hasta 500 personas. En este momento final, son unos 50.
El resultado es una pared de 700.000 metros cúbicos de hormigón compactado de 103 metros de altura, con 1.700.000 toneladas de peso, que sujetará un volumen de 46 hectómetros cúbicos de agua (será el segundo mayor embalse de La Rioja, tras Mansilla, con 68 hectómetros cúbicos).
De cara al llenado, el primer paso será aprobar la implantación del plan de emergencia y el plan de puesta en carga, que se encuentra en tramitación. «Estos documentos establecerán la subida máxima diaria, controlando el llenado con órganos de desagüe como el regadío o el aliviadero», explica Lúquez. La previsión pasa por un primer semillenado hasta la mitad del embalse, tras el que habrá una parada de varias semanas para evaluar la carga estabilizada de agua, los parámetros de la presa y el vaso y los movimientos y filtraciones que pudieran surgir. «Si no hay problema -describe el director de obra- la segunda fase se llevará hasta el llenado total, controlando la velocidad. Si surgiera alguna incidencia, se parará y estudiará».
Condicionada siempre a las aportaciones por lluvias, la presa podrá llenarse al 100%, hasta su cota de coronación, pues guarda unos metros de resguardo para laminar y controlar en el caso de que tenga lugar una avenida en el Cidacos.
Durante la recta final de ejecución, el valle del Cidacos ha vivido dos terremotos, ambos con una magnitud de 3,1 y profundidad de 12 kilómetros: el 1 de junio del 2017 con epicentro en Munilla y el 9 de abril pasado en Enciso. Tras esos temblores, algunas miradas se giraron con preocupación hacia la presa, recordando algunas voces que señalan que las dimensiones de la pared y su posterior llenado pueden aumentar la sismicidad de la zona.
La de Enciso cuenta con un plan de emergencia ante la posibilidad de un sismo, que evaluaría los daños en la estructura y el vaso, se ha adaptado a la nueva normativa y la CHE ha optado por incluir todas las medidas para favorecer la seguridad, como elementos para detectar microsismicidad o sismicidad inducida.
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