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Cuarto día de las fiestas de San Lorenzo de Ezcaray y tercera y última comparsa de gigantes y cabezudos, acompañados por la charanga Los Pelaires. A pesar de que en el municipio riojalteño ya se puede aparcar mejor, después de un fin de semana ... en el que el pueblo ha estado atestado de vehículos, todavía mucha gente ha acompañado el desfile, que por fin ha realizado el recorrido completo habitual, desde el Ayuntamiento por las plazas de la Verdura y del Conde de Torremúzquiz, el río, la fuente de La Paz y toda la calle de Las Teñas, para acabar con las tradicionales fotos de familia. Y es que los cabezudos son auténticas estrellas de Hollywood en Ezcaray, nadie se registe a hacerse una foto con la Geisha, el Sherif, el Ojotraca, Popeye y, sobre todo los niños, con la Ratita.
De la más de una veintena de cabezudos, tres permanecen retirados temporalmente por necesidad de restauración: el Diplomático, la Bruja y la Gafosa. Eso sí, el que demuestra unas cualidades innatas para darle a la zurriaga es el Gendarme. El pasado domingo se dejaron ver por Ezcaray algunas celebridades, como el torero riojano Diego Urdiales, el ex futbolista Raúl Díez y el músico danés de jazz, habitual del festival ezcarayense, Martin Andersen. Este lunes, en cambio, ya solo permanecían en la localidad los vecinos y los veraneantes más fieles, pero que han continuado dando muy buen ambiente al festejo.
La segunda gran actividad de la jornada ha sido el ágape que cada año, a modo de tradición, ofrece la asociación Club de la Tercera Edad de Ezcaray. Hasta allí se han acercado el alcalde, Gonzalo Abajo, y la concejal de Festejos, Andrea Mateo. Milagros Pérez, vicepresidenta del Club de la Tercera Edad, explicó que «organizamos el ágape para que la gente disfrute, no lo olvidamos en todo el año, ponemos músicos y lo pasamos muy bien». Con el patrocinio del Ayuntamiento de Ezcaray, la entidad sirve unas viandas por las que se llena la sede de la calle Marisa Sánchez. Y como es habitual, no quedaron ni las migas. Además, un acordeonista ofreció un recital con el que los mayores disfrutaron aún más, bailando. «Nosotras ponemos la mano de obra pero el Ayuntamiento nos ayuda, igual que el señor de Bilbao que nos toca unos bailecitos», explica Milagros. Con unos 200 socios, la vicepresidenta de la asociación pide que «la gente venga, porque tenemos muy buenos salones para hacer actividades».
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