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I. ÁLVAREZ
Sábado, 29 de agosto 2015, 00:51
Los festejos menores en Calahorra continúan dejando sobresaltos. A la vaca que se escapó en el encierro del chupinazo y a los golpes que varios menores, uno de ellos de corta edad, sufrieron por parte de las becerras del pasado jueves, ayer se sumó un ... susto mayúsculo.
Había terminado la exhibición de recortadores de la plaza, cuando por megafonía se anunció la próxima salida de una becerra al coso. La puerta de corrales se abrió, pero no fue una vaquilla la que apareció en la arena sino una vaca mayor. Ante su presencia, los numerosos niños que estaban en el coso corrieron a refugiarse en los burladeros.
En apenas unos segundos la vaca fue reconducida a corrales y el público respiró aliviado, manifestando seguidamente su indignación a través de una gran pitada.
Lo ocurrido ayer en la plaza es causa de «un fallo humano, que no va a volver a pasar», sostenía en declaraciones a este periódico el concejal de Festejos, Óscar Eguizábal. «Todo se ha debido a una falta de coordinación entre el 'speaker' y corrales», precisaba el responsable municipal, al tiempo que destacaba la rápida respuesta del personal de la plaza para evitar cualquier percance.
«Los pastores han salido rápidamente a recoger la vaca y afortunadamente no ha pasado nada», apuntó. «El empresario se ha disgustado muchísimo. Es muy serio. Lógicamente a nadie nos gusta que pasen estas cosas», insistía el edil de Festejos. El de ayer fue un susto más, que afortunadamente quedó sólo en eso.
De todos modos, Eguizábal aprovecha para recordar a los padres la responsabilidad que también ellos tienen con sus hijos en este tipo de festejos. «No puede salir un niño pequeño y su padre no estar a su lado», dice en relación al menor de corta edad que se llevó por delante una becerra en la capea del jueves.
La seguridad del vallado vertical es otra cuestión a debate estos días. Óscar Eguizábal defiende que tanto «el vertical como el horizontal están sujetos al mismo riesgo». De hecho, en el encierro de ayer una res rompió una tabla del vallado horizontal de la calle José María Garrido.
Del vertical, el titular de Festejos dice que el espacio entre los barrotes «es de 31 centímetros cuando la normativa recoge que tiene que ser de entre 30 y 35». Aún así, tras los últimos incidentes apunta que el «Ayuntamiento actuará en consecuencia».
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