Lo tenemos fatal

Pero a quien, digamos, nos gusta más el balonmano, esos combates nos tienen como espectadores inanes. A veces uno nos cae mejor que el otro, o nos parece que de las posiciones de uno se pueden esperar mejores cosas que del otro. Pero el estado actual de la cuestión no mola un pelo. Veamos.

Si en las próximas elecciones generales gana el PSOE, su geometría electoral será más o menos la actual. O peor: teniendo en cuenta que en Podemos ya están sacando a pasear su afilada espada de hacerse harakiris, lo suyo es que Sánchez dependa aún más de los nacionalistas. Si me dejan hacer de pitoniso, eso traerá dos consecuencias irremediables, una más general y otra más en riojano. La general: tras haber logrado la amnistía a sus «presos políticos» (puaj, ese concepto) entre indultos y reformas legales, toca lo siguiente en la hoja de ruta: un referéndum pactado. En lo riojano, el PNV sacará a pasear más tarde o más temprano su reivindicación de quedarse con su parte de Rioja para jugar ellos solos. Y nacerá el Consejo de Rioja Alavesa. Porque, entre otras cosas, tal cambio legal también les viene bien a los catalanes, deseando echar a los extremeños de «su» cava.

El problema está en que, mirando al otro lado, la geometría del PP parece depender de lo que haga Vox. Y Vox, nos pongamos como nos pongamos, es Trump, es Orban, es Le Pen, Meloni. Es ese populismo ultranacionalista que lucha en todo el mundo por cargarse la democracia liberal que nos defiende a todos.

A estas alturas, de semejante perspectiva solo nos puede salvar una sorpresa a lo Moreno Bonilla, ya sea de Sánchez o de Feijóo. Porque el resto de la geometría nos pone en manos de lo peor que da nuestra viña: los que quieren cargarse el país o los que amenazan con hacer lo mismo con la democracia.

Llega la evidencia de que la norma del 'solo sí es sí' tiene en su interior un agujero considerable y la reacción de sus promotoras es la misma que se está llevando lamentablemente al feminismo al agujero de la irrelevancia política: la frase «Todos son machistas menos yo». Hay en este asunto un par de cuestiones lamentables. Una, el cerrilismo de quien habiendo cometido un error, acude al ataque indiscriminado. Los jueces son machistas, dice Igualdad, incluyendo a una magistrada que a punto ha estado de entrar en el CGPJ, válgame Dios. Tontadas así, repito, están haciendo que el feminismo deje de ser una etiqueta electoral válida, como debería, y pase a ser casi un baldón.

La otra cuestión lamentable se ve claramente en las reacciones a este asunto, y es más de fondo: parecemos convencidos de que los delitos se evitarán por penas más duras. Lo cual es una gilipollez universalmente desmentida, pero más en el caso de los delincuentes sexuales. Y olvidamos el sentido de estas cosas: no se trata de meter a un tipo a la celda y tirar la llave, sino de intentar que cuando salga de allí no repita. ¿Recordamos a Almeida?

Y si ustedes me perdonan, con su permiso me pongo en modo Mundial. Como he de escribirles cada domingo, haré como que el resto de la actualidad me interesa; igual hasta les parece que las cosas que les cuento tienen algún sentido, o bueno, al menos la habitual falta de él. Pero desde ya les digo que les engaño: a mí lo que me importa ahora es el fútbol.

Es curioso. No soy un tipo de grandes pasiones futboleras. Sigo al 'Madrí' sin alharacas, y pocas veces me puede el nervio. Pero cada cuatro años, digo, me salgo de mí y sufro y gozo y me exalto y me deprimo como nunca. El resto del mundo, en fin, ya me lo irán contando.