Mucho más que vender paracetamol

Una farmacia VEC es una farmacia de Viabilidad Económica Comprometida. El nombre parece decirlo casi todo: son negocios que tienen que estar en municipios de máximo 1.500 habitantes y cuyas ventas anuales no deben superar los 235.000 euros. Esto en La Rioja se traduce en 16 farmacias, todas ellas rurales, y que suponen el 10,26% de las totales que existen en la comunidad.

El ser una farmacia VEC supone recibir ciertas ayudas de parte de la Consejería de Salud de La Rioja, ayudas que si en 2021 fueron de 55.000 euros, en enero de 2023 se verán incrementadas en el 17,5% y llegarán hasta los 65.000 euros aproximadamente, según los datos aportados por Gonzalo Aparicio, director general de Humanización, Prestaciones y Farmacia. «Se trata de un esfuerzo presupuestario asumible y que valoramos muy positivamente porque está muy alineado con el reto demográfico y porque apoyamos, muy alineados también con el Colegio de Farmacéuticos, a la farmacia rural como un profesional sanitario de referencia en ese ámbito, así que nuestra opinión es muy positiva a estas medidas que entran en vigor a partir del próximo 1 de enero», destaca Aparicio.

Por su parte, el Colegio de Farmacéuticos de La Rioja, con su presidente Mario Domínguez a la cabeza, destaca que «nuestra región es la segunda comunidad autónoma, tras Castilla y León, con mayor porcentaje de farmacias VEC de toda España» y que estos negocios «reciben las ayudas porque no pueden mantenerse económicamente por sí mismas, por lo cual la Administración, en base a un Real Decreto, les aplica un 'índice corrector' que se traduce en una subvención». «En su origen fue muy bien recibida, pero sin duda, se queda por debajo de lo necesario para garantizar un servicio profesional, sanitario y social como es una oficina de farmacia, con un profesional de la cualificación de un farmacéutico, permanentemente en el pueblo», asegura Domínguez.

Y es que, ante la duda de cómo se mantienen en el día a día estas farmacias rurales, el presidente de los farmacéuticos explica que «las VEC se sustentan mediante las dispensaciones de medicamentos a los pacientes, con su correspondiente margen, a lo que se suma esta subvención que, sin duda, es altamente positiva y valorada por la profesión. Hay casos, en los pueblos más pequeños, que la oficina de farmacia está ubicada en locales cedidos por los ayuntamientos, que en ocasiones soportan también gastos de electricidad, calefacción o internet. Es lo que contribuye a la viabilidad de estas oficinas de farmacia, que, de otra manera, no podrían en muchos casos permanecer». «Y también hay que hacer hincapié en lo importante que es la distribución farmacéutica, que es la que permite que, en La Rioja, lleguen los medicamentos de igual manera, con varios repartos diarios y en un tiempo récord, a una farmacia de un pueblo de la sierra de Cameros o la Demanda, que a una farmacia de Logroño, por ejemplo», concluye.

Pero es que las farmacias rurales son mucho más que un negocio, viable o no, para estos pueblos pequeños con población mayoritariamente de gente mayor. «Se trata de una atención cercana, muy cercana al ciudadano, dispensando los medicamentos necesarios y prestando una atención sanitaria fundamental. En los pueblos más pequeños, generalmente, y salvo raras excepciones, la relación con el médico es más cercana y accesible que en las ciudades, lo que permite la coordinación y comunicación en beneficio del paciente», destaca Domínguez.

«Nosotros lo que queremos es que siempre pueda sobrevivir esa farmacia rural porque su labor asistencial la apoyamos al 100% y creemos que es absolutamente necesaria», añade Gonzalo Aparicio. «Además, suele ser población más envejecida y es la que consume más medicamentos. Suele ser población polimedicada, es decir, que un mismo ciudadano suele tomar muchos medicamentos y por eso es aún más importante la labor del farmacéutico, para controlar toda esa polimedicación, como apoyo. Y para trabajar coordinadamente con el médico, que además hacen una labor estupenda y son un ejemplo de coordinación y de trabajo en equipo, el médico y el farmacéutico de ámbito rural, poniendo siempre al paciente en el centro», concluye.

Ante estas razones de peso, parece quedar claro que todo reconocimiento y subvención que puedan recibir estas farmacias rurales bien venido y merecido sea para no dejar morir un servicio vocacional, de ayuda de las de verdad, de las que hacen pueblo y cuidan de sus gentes con dedicación y humanidad.

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