César Palacios | Farmacia en Arnedillo

«Aunque no haya farmacia, tener un reparto ayuda a vivir en el mundo rural»

«De antes de esta normativa, ya llevamos medicinas a los pueblos del Alto Cidacos –expone–. Con esta Ley, dan más flexibilidad a los horarios para adaptarnos al horario del médico y da más visibilidad a este servicio».

Más allá de la definición de botiquín rural, el teléfono y la agenda del farmacéutico de la zona lo conoce todo el valle. Así, el servicio personalizado y directo es constante desde hace años.

Con esta normativa, Palacios recibe las recetas de la médica gracias a su contacto directo y tres días a la semana sube a repartir las medicinas en unos locales que ceden los ayuntamientos de las villas a las que llega. Son locales cerrados para el servicio del farmacéutico y cuentan con nevera para guardar medicinas de mantenimiento en frío. «Cuando cierro la farmacia a la una y media en Arnedillo, subo y reparto lunes, miércoles y viernes en Munilla y en Enciso», describe. Del mismo modo, atiende en el momento si surgen necesidades o urgencias. Residente en Enciso, lleva más allá el servicio dada la cercanía con sus vecinos: «En lugar de los tres días oficiales a la semana, reparto seis. Si no te conviene el horario del botiquín porque estás trabajando o en otra cosa, hablamos y lo apañamos de otra manera –sonríe–. Lo bueno del mundo rural es que tenemos mucho más trato directo».

De la nueva Ley, Palacios aplaude que «visibiliza el papel de la farmacia en el mundo rural, da más a conocer la labor del botiquín rural y fomenta que los pueblos tienen el servicio». Algo que cobra importancia en verano, cuando triplican la población. «Aunque no haya farmacia en el pueblo, tener un reparto tres días a la semana te ayuda a vivir en el mundo rural», valora.