Felisa Novoa. J. RODRÍGUEZ

«La falta de camas genera continuos tapones que repercuten en nuestra labor»

Felisa Novoa Auxiliar de EnfermeríaNovoa propone cambios estructurales en unos procesos que el COVID ha complicado y exigen mayor esfuerzo y tiempo para preservar la seguridad

E. SÁENZ

LOGROÑO.

Domingo, 19 de julio 2020, 09:05

«La situación no es nueva; el problema lleva años ahí y ahora se hace cada vez más patente». El diagnóstico de Felisa Novoa sobre la coyuntura en el servicio del San Pedro es contundente. Al menos en el caso del colectivo de auxiliares de ... Enfermería del que, como lamenta, ha desaparecido una persona que venía ejerciendo como refuerzo en cada uno de los grupos. «La falta de efectivos es un clamor», sintetiza al explicar cómo cada vez que se abre la zona de prehospitalización, se trasvasa allí al personal dejando «coja» Urgencias. «Nuestro trabajo ha aumentado considerablemente y con ello se resiente la calidad», señala, coincidiendo con la apreciación de sus compañeros. No sólo es que haya crecido el número de pacientes, sino que ahora los procedimientos se han complicado a consecuencia del COVID-19. En el caso de las auxiliares de Enfermería, además de con la obligación compartida de una vestimenta de protección apropiada, con la tarea de limpieza y desinfección de todo el material que se emplea en cada atención. Desde los compresores hasta los termómetros y la reposición de batas y el resto de recursos que quedan inoperativos tras cada uso para evitar los contagios.

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En la parte estructural, la falta de camas supone a su juicio otra de las carencias más graves. «Eso genera acumulación de ambulancias a la entrada y continuos tapones en el servicio que repercute directamente en nuestra labor», advierte una profesional con más de diez años de trayectoria en Urgencias donde, afirma, las mejoras no pueden ser una opción sino una obligación arrastrada ya desde hace años. Grandes cambios y también actualización de detalles como los relativos a parte del material empleado en su día a día. «Hay goteros que se caen y camillas que no frenan y tienes que poner el pie para pararlas», concreta.

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