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Gonzalo Bailón Adán, uno de los dos condenados por el asesinato de Antonio José Ávila, alias El Sevi, ha muerto en la mañana de este domingo en su celda en el centro penitenciario de Logroño, al parecer, según ha podido saber este diario, por sobredosis.
El fallecido, de 33 años, era un viejo conocido de la justicia riojana y el pasado 26 de septiembre se volvía a sentar en el banquillo de los acusados en la Audiencia Provincial de La Rioja como cabecilla de una red que se dedicaba a robar diversos objetos que después vendían para adquirir drogas que suministraban a terceros.
Ese día fue la última vez que salió de la prisión, donde permanecía desde 2016, y lo hizo para aceptar finalmente una pena de seis años de cárcel por los delitos de robo con fuerza, contra la salud pública y estafa.
Por el asesinato de El Sevi, llamado el crimen de La Estrella, también fue condenado Adrián Velasco. La Audiencia destacó entonces en su sentencia la «extrema violencia» empleada en unos hechos ocurridos a finales de octubre del 2012. Adrián Velasco y Gonzalo Bailón, tras ponerse de acuerdo, se trasladaron al domicilio de la víctima, en el barrio logroñés de La Estrella, con la idea de apropiarse de una cantidad de marihuana que ésta guardaba en su casa y que distribuía habitualmente.
Mientras la víctima permanecía sentada en un sofá de la sala de su casa, Gonzalo Bailón, se acercó por detrás y le golpeó en la cabeza con un instrumento contundente que llevaba escondido en la ropa. Seguidamente Adrián Velasco se fue a la cocina, cogió un cuchillo y lo degolló. Ambos agresores abandonaron la casa llevándose la droga, un teléfono móvil, un ordenador y un anillo.
La sentencia de la Audiencia, dictada el 21 de abril de 2016, fue recurrida en casación ante el Supremo por la defensa de los condenados, que consideraba que las pruebas vistas en el juicio oral eran de testigos de referencia y no directos. Sin embargo, el Alto Tribunal consideró pruebas de cargo suficientes los testimonios de los tres testigos, "por la precisión, calidad y coincidencia de sus declaraciones", y por la existencia de elementos externos que permitían corroborarlos, y meses después confirmaba la máxima pena para los dos condenados.
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