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El polifacético Miguel Ángel Ropero (Logroño, 1940) falleció en la jornada de este domingo a los 81 años de edad en la localidad riojana de Santa Lucía. Ropero, histórico miembro del Partido Riojano, fue una de las piezas clave que dio estabilidad a los gobiernos de las primeras legislaturas de la recién creada autonomía riojana. Aunque nunca renegó de su paso por la política, Ropero forma parte de la historia de la cultura regional hasta convertirse en uno de los artistas más carismáticos e importantes. Tremendamente culto y apasionado del valle de Ocón, donde residía, fue escribiente de Notarías, inspector de Policía, profesor de pintura y escritor de novelas, pero siempre se mantuvo fiel a su vocación de pintor.
Fue uno de los integrantes del denominado 'Grupo 8' junto a Emilio García Moreda, Jesús Infante, Carmen de Pablo, José Reyes, Vicente Gallego, Alejandro Narvaiza y Miguel Soriano, y expuso con cierta periodicidad desde 1964. Desde su primera exposición individual, que se remonta al año 1967 en la Galería Illescas (Bilbao), ha protagonizado más de una treintena de muestras por toda la geografía nacional (Bilbao, Logroño, Vitoria, San Sebastián, Zaragoza, Palma de Mallorca, Cala d'Or (Mallorca), Almerimar (Almería), Cáceres, Valencia, Barcelona, Las Arenas (Vizcaya, Santander, Ezcaray, Nájera, Haro y Madrid, entre otras), aunque durante un tiempo su papel político pareció ensombrecer su figura artística. «Hacer política pasa peaje al artista», reconocía hace una década en una entrevista a este periódico.
En la arena política, fue hombre de estrenos. En las filas de UCD formó parte de la primera corporación democrática del Ayuntamiento de Logroño que encabezó Miguel Ángel Marín y también estuvo en los primeros ejecutivos autonómicos, ya en las filas del PR: en el de Luis Javier Rodríguez Moroy, como Consejero de Cultura y Educación; en el de Antonio Rodríguez Basulto, como titular del área de Educación, Cultura y Deportes. Tras seis años apartado del Ejecutivo (1983-1989) retomó esa misma cartera durante el mandato de Joaquín Espert y el primero de José Ignacio Pérez.
Durante su paso por los diferentes Ejecutivos de los que formó parte, Ropero fue uno de los responsables de que la piqueta no acabara con el pabellón de Tabacalera para convertirlo en el principal espacio expositivo de Logroño de la mano de Cultural Rioja. Allí, en el 2010, se colgó la exposición más importante de su carrera, 'Unas cuantas estancias', un repaso a su obra de los quince años previos. Aquella muestra fue especial para él. La ciudad le permitía regresar a su casa... pese a su pasado político: «Para un artista, hacer política tiene un costo especial: se le pone una etiqueta, se generan rivalidades, filias y fobias... Hay un pago de peaje. Así que, con todo el aprecio que yo sentía por esta sala, sentía también que lo iba a tener crudo. Pero seguí trabajando y el tiempo ha puesto las cosas en su sitio», explicaba en una entrevista.
Su afición por el dibujo fue prematura, como recoge Alberto Pizarro en su libro 'Entre el pincel y la espada. La plástica riojana a través de la fiesta' publicado por la editorial Siníndice: «Dibujaba en los bordes de los libros de texto para desesperación de ms padres. Luego, en un tiempo en el que viví en Bilbao, tuve una serie de contactos con el mundillo de los jóvenes artistas. Ahí me enganche. En Logroño, entonces no había ni una exposición«, recordaba Ropero. Cuando regresó a Logroño, entró en contacto con los artistas locales, sobre todo con Dalmati y Narvaiza y empezó a desarrollar un estilo propio con la pintura que le brotaba espontáneamente para, recuerda Pizarro, terminar pintando »de la forma que más le divertía y solo aquello que le deba la gana plasmar«.
Un infarto en la recta final de su etapa política le cambió: «Aquello influyó en el enfoque de mi vida y de mi obra. Cuando todavía estaba bajo el síndrome de vivir de propina me planteé redefinir mi pintura y hacerla divertida: en lugar de pintar de forma tormentosa, hacerlo con un estado de ánimo positivo para comunicar mejor al espectador y para llenar mi vida de las mismas sensaciones».
«En su pintura, al margen de técnica y artificios propios, hay más narratividad de la que a simple vista pudiera apreciarse, y unas claves casi ocultas. Monográficas memorables de gentes pertenecientes a mundos sugeridores y un tanto esotéricos, que proporcionan gustosos motivos para la rumiación: Camino de Santiago, jazz, cine, etc. Grandes formatos con las perspectivas vitales más expresivas de los seres humanos han conformado su gustoso tajo. Liberado de compromisos de su época de gestor cultural, que le apartaron de la creación artística, volvió con el vigor y el idealismo que marcaron el inicio de su vocación», perfila Pizarro sobre la obra de Ropero.
Hace poco más de una semana, Ropero protagonizó su último acto público. Acudió a la iglesia de Santiago para donar dos de sus obras 'Ultreia' y 'Hospitas', vinculadas al Camino de Santiago, uno de sus temas recurrentes, y que desde entonces reciben a todos los peregrinos que siguen la ruta Jacobea.
Su carácter polifacético también le llevó a la literatura. Debutó como novelista en el 2009 con 'No bebáis agua de pozo' y en 2016 alumbró su segundo texto, 'El quinto: No matarás obispos'. No hubo dos sin tres. Su particular trilogía novelística se completó el pasado mes de abril cuando se publicó la policiaca 'La Tempestad'. Estaba pendiente de presentación. La quería hacer antes de final de año y ya le había pedido a Carlos Álvarez que ejerciera de maestro de ceremonias. Se quedará sin presentar a su último hijo en sociedad.
Nacho Pérez
«Tenía una elegancia política que se echa de menos», así recuerda José Ignacio Pérez Sáenz, la figura de Miguel Ángel Ropero, quien fue su consejero de Educación en una de las etapas como presidente de La Rioja. «Era un honorable caballero de la política riojana», ha continuado. Sorprendido por la noticia, sus primeras palabras han sido para reconocer su talante personal y también político. «Era una persona encantadora y con una educación política que muchas veces se necesita recordar», ha señalado sobre Ropero a quien hace tiempo que no veía, aunque le constaba que se encontraba bien por terceros.
«Hace poco vi a su esposa, pero no tuve ocasión de hablar», señalaba todavía sorprendido por el desenlace. «Desde espacios políticos diferentes, coincidíamos en la misma visión cultural de La Rioja y también en la concepción política de la sociedad», ha señalado sin querer pasar por alto su faceta artística. «Era envidiable, una persona capaz de participar en el ejercicio de la política y al mismo tiempo participar de lleno del mundo de la creatividad», ha destacado sobre la figura del político al que ha dedicado también el calificativo de buen compañero y persona sensata, así como su «buenhomía».
Félix Reyes
«Era un entregado al arte, tanto como pintor como consejero de Cultura». Así recuerda el escultor Félix Reyes la trayectoria de Miguel Ángel Ropero, artista, pintor y escritor con el que compartió «muchas visitas y ratos buenos». «Le apasionaba la cultura, trabajaba en su estudio y hacía exposiciones... tenía una gran dedicación».
Amigos de toda la vida, coincidían hasta tal punto que llegaron a compartir localidad de residencia en Santa Lucía de Ocón. También conformaron, junto a Emilio García, Jesús Infante, Carmen de Pablo, Vicente Gallego, Alejandro Narvaiza y Miguel Soriano, el 'Grupo 8', que la recuerda con nostalgia. «Fue una época muy bonita», asegura.
Fueron muchas sus obras, pinturas y estancias, de las que Félix destaca, sobre todo, aquellas relacionadas con el Camino de Santiago, el cine o el jazz, «los temas que le apasionaban». Su fallecimiento no puede más que ocasionar «una gran pérdida como ser humano y como artista».
Luis Javier Rodríguez Moroy
Muy impactado por la noticia y sin asimilarla todavía, Luis Javier Rodríguez Moroy presidente de La Rioja entre 1982 y 1983, se ha limitado a mostrar su «enorme tristeza» por la pérdida de una persona que, más allá de ser su consejero de Cultura y Educación, ha sido como un hermano, alguien con el que ha compartido prácticamente la vida. «Lo único que puedo decir es que he perdido una persona muy querida», ha señalado, sin querer de momento realizar más valoraciones. «Quizás más adelante, ahora solo puedo decir que fuimos todo juntos para muchas cosas. Hay que recordarle como era, una persona importante para La Rioja, para todos los riojanos y muy querido».
Rosa Castellot
«Se ha entregado toda su vida a la cultura, ha hecho lo que le ha gustado, que es por lo que ha luchado y trabajado». Esta es la semblanza que realiza Rosa Castellot, galardón de las Artes y la Cultura, sobre la trayectoria cultural de Miguel Ángel Ropero. «Estuvo pintando hasta hace poco, era un hombre con muchos intereses creativos y un gran dibujante», asegura.
De su aportación a la cultura riojana destaca su talento a la hora de componer los murales. «Además de su arte por la pintura, tenía mucha capacidad para componer bien las obras de gran tamaño, de las que algunas de ellas todavía quedan en las empresas».
Amigo de toda la vida, le conoció cuando lo dejó todo para dedicarse a una de sus grandes pasiones: la pintura. «Tenía un puesto como Policía y pidió una excedencia para dedicarse a la pintura, su verdadera pasión», recuerda Castellot. Desde entonces, no pararon de sucederse los buenos momentos y experiencias juntos. «Compartimos muchas cosas, exposiciones, ratos muy buenos, visitas a los estudios de uno y de otro... Fue una época muy bonita».
Rubén Antoñanzas
El presidente del PR+ y compañero de partido, Rubén Antoñanzas, ha querido resaltar el protagonismo político de Ropero en la época de la preautonomía riojana y en la primera etapa municipalista de los comienzos de la Democracia. «Fue de los primeros, no hay que olvidar que con Rodríguez Moroy ya fue consejero, y también concejal con Miguel Ángel Marín, ya por entonces fue el responsable de Cultura y Festejos, un área por la que siempre hizo un trabajo enorme en La Rioja», recuerda Antoñanzas todavía sorprendido por la noticia de su fallecimiento. «Estoy en shock porque lo vi el jueves y estaba estupendo», reaccionaba al conocer la noticia.
También ha querido destacar su papel en la creación de la Universidad de La Rioja, algo que entiende ha pasado desapercibido en la celebración del 30 aniversario. «Uno de los acuerdos del Partido Riojano con el Partido Socialista era la creación de un campus público en La Comunidad y él, como consejero, trabajó enormemente y lo consiguió».
Buen conversador y testigo de mil anécdotas, Antoñanzas asegura que «daba gusto escucharle sus historias. «Me contaba lo difícil que era hacer política en los primeros tiempos, daba gusto escucharle», dice sin desmerecer su faceta artística, siempre con un punto de humor. «En el partido tenemos viñetas suyas por todos los lados».
Alejandro Narvaiza
«Era muy buena persona y un gran dibujante, con una facilidad a la hora de dibujar casi de figurinista». Así recuerda el escultor y autor de la Fuente de los Riojanos Ilustres a Miguel Ángel Ropero, con el que mantuvo una relación de amistad de 55 años.
Sorprendido y muy apenado por la noticia, sus primeras palabras han sido para reconocer su valor humano y talento profesional. «Era una buena persona, que eso es muy importante, un amante del arte y de la cultura en general. Luchó por todo ello», recuerda.
Juntos, junto a otros seis pintores riojanos, conformaron el 'Grupo 8', que califica como «uno de los primeros albores de asociacionismo de la pintura riojana, donde estuvimos luchando por la cultura de La Rioja».
Pero Ropero, además de dibujante y pintor, también fue escritor. «Esa (la escritura) fue otra de sus virtudes», asegura mientras insiste en su manera de dibujar. «Transmitía sus ideas, la visión que tenía del circo, del cabaret... Tenía una gran elegancia a la hora de dibujar todos sus cuadros y mucha soltura con cada temática». Un talento que, según Narvaiza, le hubiese llevado todavía más lejos si se hubiese decantado por el dibujo: «Hubiese sido mucho mejor si hubiese sido dibujante en vez de pintor, porque era sensacional, no hacía dibujos corrientes».
Ángel Martínez Sanjuan
La noticia del fallecimiento de Ropero, con quien formó parte de la primera Corporación democrática de Logroño (1979-83) ha sorprendido a Ángel Martínez Sanjuan recién aterrizado Rotterdam: «Fue un hombre con gran corazón y valía personal», ha sido lo primero que ha acertado a decir tras conocer la inesperada noticia. Sobre su relación de aquellos, que siempre fue buena pese a sentarse en bancadas distintas, no ha podido resistir compartir una anédoctota que tiene que ver con las caricaturas que acostumbraba a hacer a amigos y compañeros. «Como por entonces los plenos eran tan largos, se entretenía haciendo dibujos, nadie libraba, dibuja a todo el mundo, menos a mí, me decía que no le inspiraba y así se quedó».
Martínez San Juan se reía de esta broma que siempre quedó como un chascarrillo entre ellos. «Siempre fue una persona próxima, artista y también bohemio», ha dicho, pero sobre todo ha querido resaltar el buen talante que demostró en el Gobierno de coalición del PSOE y PR+. «Peleó por lo suyo, pero siempre con educación, con humor y con sus frases siempre agudas, sabía dónde poner el dedo y cuándo tenía que negociar», ha recordado sobre aquella etapa de la que ha quedado una gran relación personal y también familiar y que, por las circunstancias de la vida, ahora continúa con sus nietos, «que so muy amigos». «Mis condolencias a Carmen».
Míkel González de Legarra
De Ropero se pueden destacar muchas facetas, pero el regionalista Míkel González de Legarra lo define, sobre todo, como «un humanista, un hombre del Renacimiento que le daba a todos los palos; escribía bien, conversar con él era una delicia y luego claro estaba la pintura».
El que fuera figura clave del PR+ durante el Gobierno de Pedro Sanz habla de Ropero como de un padre en la política y en lo personal. «Entré en política con 16 años y él siempre actuó como un padre, la primera vez que trabajamos juntos fue cuando yo era concejal de Cultura y Festejos en el Ayuntamiento de Logroño, se puede decir que con él me salieron los dientes en lo personal y en la política», ha concluido sin olvidar a Carmen, su mujer.
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