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Allá por finales del 2019, poco antes de que todo esto empezara, la profesora de chino mandarín de Raquel Loga les pasaba algún texto para que practicaran y se fueran habituando al idioma. Vivía en Barcelona (donde estudiaba el grado de Estudios Globales en la universidad Pompeu Fabra) y alguno de aquellos textos se refería a un virus de China, a las medidas de control que se estaban empezando a activar en algunas zonas... «Cuando hablaba con mis compañeras decíamos que eso era impensable que pasara en Europa, pero...». Después, aquel virus se globalizó, el mundo entero se encerró en sus casas, las calles se vaciaron, los rostros se cubrieron y en esa realidad distópica la miradas hacia los demás fueron más inquisitivas que nunca, como si de ese manera se pudiera saber quién portaba el virus mortal...
Raquel Loga (Logroño, 2000), Pablo Galarreta (Arenzana de Abajo, 2000), Sara Moreno (Navarrete, 1997), Pablo Martín (Zamora, 1992, pero criado en Logroño desde los 3 años) y Víctor López (Logroño, 1990) forman parte de esas generaciones amplias a las que la pandemia sorprendió cimentando alguno de los pilares básicos de sus proyectos vitales: en total, más de 33.000 riojanos para los que 2020 y 2021 iban a ser sus primeros o últimos años universitarios, su época para conocer mundo, de buscar un primer trabajo, de mejorar el que ya tenían, de emanciparse... de hacer, en resumen, lo que hace alguien de entre 20 y 30 años.
A Pablo Martín, la pandemia le sorprendió con la maleta repleta de planes..., que poco a poco se fueron diluyendo. Cierto es que su pareja, Yixuan Wang (a la que conoció cuando se fue a estudiar en el verano de 2014 a China con una beca de la Universidad de La Rioja), ya le decía que se preparara para lo peor cuando aquí aún se hablaba de aquella supuesta 'gripe fuerte' que provocaba el SARS-CoV-2: «Me iba insistiendo y advirtiendo de que no iba a ser una simple infección. Ella ya se estaba imaginando el impacto que iba a tener el COVID», recuerda. Desarrollador de software, había comenzado un nuevo trabajo en enero del 2020, pero toco cambió rápidamente: «Cancelaron la estancia de seis meses que iba a tener en Singapur. No pude ir y ya empecé a pensar que lo que simplemente parecía una gripe en China iba a ser algo más serio», recuerda.
Con todo, ese no fue el gran proyecto que la pandemia tumbó a Pablo: la boda que habían programado para el verano del 2020 en Logroño sigue sin fecha. También la celebración previa que, siguiendo la tradición, se tendría que realizar en China: «Quisimos ir en febrero porque la boda iba a tener lugar en verano, pero fue imposible». Restaurante y vestido continúan a la espera.
33.125 jóvenes de entre 20 y 30 años vivían en La Rioja en marzo del 2020, cuando se desató la crisis sanitaria global, según el Instituto Nacional de Estadística.
30,65% es la tasa de paro registrada entre los jóvenes menores de 25 años según la Encuesta de Población Activa al cierre del tercer trimestre del 2021. Al inicio de la pandemia (primer trimestre del 2019) era del 21,61%, más de nueve puntos por debajo.
244% La Fundación ANAR (entidad nacional dedicada a la protección de la infancia y la adolescencia) apuntó en su Informe Anual del año 2020 que los intentos de suicido entre la población adolescente se dispararon en un 244% en relación al 2019. De igual manera, las autolesiones registraron un repunte del 246% mientras que los trastornos de alimentación se incrementaron en un 826% en un año. Así, ese estudio vino a concluir concluyó que el COVID había generado en los jóvenes sentimientos de frustración como fruto de la sensación de indefensión y desesperación. Por su parte, la Universidad Complutense de Madrid también sostuvo en otro estudio sobre el impacto psicológico de la crisis sanitaria en la población española que el hecho de ser joven era un factor de riesgo más a la hora de poder desarrollar problemas emocionales vinculados a la pandemia.
A Sara Moreno, 25 años, la rutina le cambió poco en los momentos más duros de la pandemia. Trabajadora entonces de una cadena de supermercados, recuerda que fue «de las pocas que no pudo quedarse en casa» encerrada durante aquella ya lejana primera ola. Así, presenció «cómo el virus fue avanzando desde la primera línea». Eran los momentos de los empleados esenciales.
Ella había empezado a trabajar un año antes, en el 2019, y prácticamente desde ese momento tenía los proyectos, si no redactados, sí bastante preconfigurados: «Esperaba que el 2020 estuviera lleno de viajes y planes por hacer», recuerda. La realidad fue la que fue y las fronteras, interiores y exteriores, quedaron clausuradas. «Sí, me ha robado unos de los años más importantes de mi juventud», lamenta, recordando la visita anulada a la feria de Jerez o las entradas para un festival del verano que nunca se celebró: «Son recuerdos y experiencias muy difíciles de recuperar. El COVID-19 me ha enseñado a disfrutar de los pequeños momentos y a valorar todo más, pero ya estamos un poco cansados de las restricciones y de que culpabilicen a la juventud de todo», incide Sara Moreno.
Una de las consecuencias directas de la pandemia fue el repunte del nivel del desempleo. Entre los más jóvenes, la tasa de paro ha pasado del 21,61 en el primer trimestre del año 2020 al 30,65% del tercer trimestre del 2021 (el máximo se alcanzó el segundo trimestre del año pasado, el 36,09%). En ese escenario, Sara Moreno tuvo que lanzarse (con éxito) de nuevo al mercado laboral tras ser despedida del supermercado en el que trabajaba.
A Víctor López la pandemia le dejó sin trabajo. Profesor de esgrima de la Federación Riojana (además de estudiante en la UR), recuerda que los confinamientos primero, y las restricciones y los miedos, después, hicieron que el volumen de alumnos y de licencias de desplomara. «Ahora seguimos recuperando todo lo que se perdió. La caída en la Escuela Municipal fue de cerca del 60%», explica. En todo caso, cree que encontrar un trabajo 'salvavidas' «no es difícil». Sí, sin embargo, «uno estable, a jornada completa... La pandemia, nos ha hecho ser más respetuosos con nosotros mismos, a cuidarnos más, a buscar un trabajo de más calidad, a poner nuestra salud mental por delante de otros criterios».
Víctor, que ha regresado a la UR para estudiar Educación Primaria, reconoce que la pandemia le ha cambiado «en lo personal, en lo psicológico» y también en las relaciones sociales: «Hay compañeros de clase a los que no les conocía su cara. Les veo con sus 18 o 20 años y pienso que no van a poder vivir las fiestas universitarias, 'barras', las de Peritos... Es normal tener esa sensación de que se me están pasando los mejores años», reflexiona al tiempo que se muestra comprensivo con quienes «han acudido a los grandes botellones del parque del Ebro y han participado de manera responsable».
Pablo Galarreta y Raquel Loga son los más jóvenes de este reportaje, con 21 años recién cumplidos, y también tienen en común el hecho de que ambos son alumnos 'Erasmus', pero con alguna que otra diferencia.
Galarreta, estudiante de Turismo de la Universidad de La Rioja, responde al teléfono desde Padua, en el corazón del Véneto italiano. «Estoy en cuarto curso y los 'erasmus' suelen ser en tercero. Lo solicité para el año pasado. Pensaba que iba a ser un curso más normal que el anterior, pero finalmente lo tuve que anular», recuerda sobre un cambio de planes que le obligará a dejar el trabajo de fin de grado y las prácticas para el próximo curso. Él, al menos, sí que está disfrutando la experiencia 'erasmus' de vivir en otro país, viajar, conocer gente...
Raquel Loga logró también una beca para cumplir su sueño de estudiar en el prestigioso Instituto de Estudios Políticos de París (allí se han formado seis de los presidentes de la Quinta República francesa). «Me lo concedieron a finales del 2019 y acabó siendo un erasmus 'on line' desde Barcelona», lamenta. «Fue un palo no poder ir, pero al menos lo pude hacer, conocer a otros profesores, otros alumnos, hacer amigos con los que he quedado... He intentado aprovechar al máximo la experiencia», dice reconociendo que «para alguien de 20 años también ha sido muy duro todo lo vivido. Todos los planes se han ido truncando, nos hemos tenido que quedar en casa, estaba todo cerrado...».
Ahora, su intención es empezar a recuperar el tiempo perdido y las experiencias no vividas... aunque no sea la misma persona que hace dos años. «Creo que he aprendido a valorar que en la vida también hay dificultades de las que debemos aprender. Ha sido una lección muy importante que me han servido para relativizar muchas cosas», reflexiona en voz alta reconociendo también la «factura mental del 2020» a la que ha intentado hacer frente durante 2021 con algo más de actividad.
«Los jóvenes hemos hecho lo que teníamos que hacer. Nos hemos clausurado, nos hemos vacunado. Se nos puede ver como irresponsables, pero hay que entender que tenemos 18 o 20 años. Es muy fácil hablar y ponerse en la piel de otros... Igual hay que plantearse si los irresponsables son quienes han gestionado la pandemia. Igual hay que cuestionarse sus decisiones. Los ciudadano tenemos que ser críticos, no escépticos», completa Loga.
Desde Padua, Galarreta coincide en que «todo ha sido muy diferente a lo esperado. La vida universitaria, los planes con los amigos. Cuando llegué a Italia, por ejemplo, volví a entrar a una discoteca tras dos años. Aquí se lo toman más a la ligera», dice reconociendo que su estancia en Padua también le ha permitido hacer alguno de los viajes perdido durante estos dos últimos años... «A muchos jóvenes les ha afectado en su salud mental toda esta situación», sostiene. «Me gustaría recuperar ya la vida prepandemia», completa.
Un deseo compartido por todos. Independientemente de la edad...
Pablo Martín y Yixuan Wang | 29 y 27 años
Pablo Martín comenzó hace ahora ya dos años con los preparativos de su boda con la ilusión puesta en que pudiesen asistir todos sus seres queridos y amigos, muchos de ellos residentes en el extranjero, y los familiares de su pareja, naturales de China. Pero lo que ni por un momento se imaginaba es que se interpondría una pandemia de por medio. «Vimos que no era una gripe y asumimos que no iba a poder ser», lamenta este riojano. Fue entonces cuando él y su pareja decidieron esperar a que el virus remitiese. «Pensábamos que sería algo malo y que se pasaría, pero no que fuese a durar tanto». El tiempo pasa y Pablo y Yixuan siguen sin saber si el COVID les permitirá desarrollar su boda internacional. «No tenemos ni idea de cuándo podrá ser, porque no solo dependemos de cómo esté la situación sanitaria en España o en China, sino también en otros países, como Holanda, Alemania o Francia». «Pero si vemos que es imposible, no haremos nada». Tiene la esperanza de que, en un tiempo no muy lejano, pueda celebrarla con sus amigos y familiares.
Pablo Galarreta | 21 años
Pablo Galarreta tenía claro desde que empezó a estudiar Turismo en la Universidad de La Rioja que solicitaría una beca Erasmus para estudiar en otro país europeo, pero nunca contó con una pandemia que hiciera que sus planes se tambalearan. «Quería estar el último curso en España, que es cuando se hacen las prácticas y el trabajo de fin de grado, pero lo he tenido que posponer para el próximo curso», explica desde Padua, en donde «las únicas restricciones son el cierre de las discotecas hasta finales de enero. De septiembre a diciembre sí que fue diferente la situación. Se toman todo más a la ligera», asegura.
Una vez que regrese a La Rioja y complete los dos últimos requisitos para lograr su título de graduado en Turismo, llegará el momento de dar el salto al mercado laboral en uno de los sectores que más golpes ha recibido durante la pandemia. «Es un campo en el que o todo va muy bien o todo va muy mal, no hay término medio. Por eso espero que para cuando acabe la carrera la cosa esté más normalizada, que se haya recuperado el sector del turismo, que esté completamente adaptado a las circunstancias actuales, que todo está normalizado», confía.
Hasta entonces, Galarreta aprovecha su estratégica ubicación en el norte de Italia para recorrer, además de parte del país transalpino, parte del corazón de Europa. Una forma de recuperar lo que la pandemia le robó.
Sara Moreno | 25 años
En el balance que hace Sara Moreno de estos dos años de pandemia hay luces y sombras. Sobre todo sombras: «Me ha robado unos de los años más importantes de mi juventud», dice apuntando que durante este tiempo se han quedado muchos proyectos sin completar (la feria de Jerez, viajes, conciertos, festivales...). La primera ola la pasó trabajando, como servicio esencial, en un supermercado: «El virus sí que me permitió ampliar mi contrato por la afluencia de clientes. Las plantillas se reforzaron al ser uno de los pocos sectores que se mantuvo abierto», pero con el fin de los confinamientos se quedó sin trabajo y tuvo que afrontar la búsqueda en plena pandemia. En el otro extremo de la balanza, Sara Moreno sitúa lo que le ha sucedido a muchos jóvenes: ha aprendido a valorar lo que antes pasaba desapercibido. Eso sí, se describe «cansada» de las restricciones pero, sobre todo, «de que culpabilicen a la juventud de todo», informa Marta Hermosilla.
Víctor López | 31 años
Víctor López, que se ha reenganchado a la vida universitaria estudiando el Grado en Educación Primaria (que compatibiliza con su trabajo como profesor de esgrima), cree que algo ha cambiado durante la pandemia, que, en líneas generales, la sociedad no solo es más solidaria sino que mucha gente, además de adoptar actitudes más responsables de lo esperado, ha empezado a quererse a sí misma más de lo que lo hacía antes. «Se está empezando a normalizar lo que sucede y también se está relativizando ciertas cosas», afirma considerando que «mucha gente empieza a estar muy quemada». En su caso, asume que la pandemia le ha pasado factura «en lo psicológico, en el cambio de hábitos» e incluso en su forma de ser: «He estado varios meses sin tocar a nadie... «Es duro vivir esto con 18 o 20 años, tener la sensación de que se te están escapando los mejores años de tu vida», dice sobre sus compañeros universitarios.
Raquel Loga | 21 años
«Me encantaba ir a clase, estar en la universidad y, de repente, con el toque de queda, todo se cerró...». Así empieza el recuerdo de Raquel Loga de sus dos años pandémicos, viviendo con su hermana en Barcelona y con sus padres en Chile. «A una persona de 20 años se le trunca la vida. Es cierto que hay cosas muchos más graves. A nosotros nos tocó el COVID, pero a nuestros abuelos les tocó la Guerra Civil... La pandemia también nos ha enseñado mucho. Sobre todo que la humanidad es muy vulnerable», reflexiona.Con todas las precauciones y medidas de seguridad, las cosas han cambiado: «Este año estoy ampliando mis círculos sociales. Hasta ahora, por respeto hacia la gente que me rodea, apenas acudía a reuniones y reduje mucho mis contactos, pero mi salud mental necesita recuperar relaciones sociales». También sus planes: la mudanza a Madrid y París ya tienen fecha en su calendario.
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