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La evolución de la industria de Ezcaray durante los últimos años hace casi natural que, durante la situación más dura de la pandemia de COVID-19, las fábricas de butacas se reformulasen para confeccionar material de seguridad sanitaria. Una situación similar se ha vivido en Arnedo, donde la importante industria del calzado ha cambiado sus hormas para colaborar de forma sustancial a combatir la crisis sanitaria.
Coordinadas por el Gobierno de La Rioja y el Ayuntamiento de Ezcaray, las tres empresas de butacas del pueblo (Ezcaray Internacional, Euro Seating y Ascénder) han fabricado más de 50.000 delantales plásticos impermeables para uso de los sanitarios durante los pasados meses de abril y mayo, además de un millar de batas médicas, medio millar de máscaras de protección y más de 3.000 'cubrebocas'.
La importante industria textil del Alto Oja desde el siglo XVIII evolucionó en la segunda mitad del XX hacia una singular fabricación de butacas, asientos que no solo están en buena parte de los cines españoles, también en el Inverscorp Building-St. Antony's College de Oxford, el Grand Théâtredes Cordeliers de Albi (Francia), la Filarmónica de Szczecin (Polonia), el Zaryadie Concert Hall de Moscú y los estadios París Arena, Volgogrado Arena y Ekaterinburg Arena de Rusia, así como en edificios diseñados por Nouvel, Hadid y Foster.
El prestigio industrial ezcarayense se remonta a la creación en 1752 de la Real Fábrica de Santa Bárbara, dedicada a los paños y telas, promovida por el marqués de la Ensenada y a la que el rey Carlos III, en 1773, concedió el privilegio de ser compañía real. El auge industrial de Ezcaray se demuestra con que a mediados del siglo XIX contaba con una treintena de fábricas de telas que daban trabajo a mil empleados.
En el siglo XVIII también fue muy importante la minería en el Alto Oja, gracias a lo que se construyó el tren que conectaba con Haro (1916- 1964), y que contó con un proyecto de conexión con Soria, pero el alto coste de tener que excavar demasiados túneles entre las montañas lo dejó en agua de borrajas. Hoy la vieja vía del ferrocarril es la Vía Verde del Oja. También cabe destacar que en el siglo XX el Alto Oja llegó a contar con seis centrales hidroeléctricas (El Águila, Posadas, La Gloria, Santa Bárbara, La Máquina y San José), tal y como ha contabilizado José María Merino Azcárraga en un estudio.
Aquel aprovechamiento de la naturaleza también ha evolucionado y se manifiesta actualmente en que Ezcaray sea la «primera villa turística de La Rioja», primero impulsada por la estación de esquí Valdezcaray, después, por la gastronomía, puesto que el restaurante El Portal del Echaurren ostenta dos estrellas Michelin, y, al fin y a cabo, por el precioso paisaje, inmerso en la Sierra de la Demanda, con un término de 143 kilómetros cuadrados.
La Real Fábrica sufrió un incendio en 1785, pero se reconstruyó, hasta que a principios del siglo XIX comenzó su declive. El edificio, que recibe a los visitantes que llegan a la localidad desde Santo Domingo de la Calzada y Ojacastro, está declarado Bien de Interés Cultural y actualmente está convertido en un albergue y restaurante, el Ayuntamiento de Ezcaray y un teatro. La industria textil dio paso a la maderera, primero de muebles y después de butacas. «Son industrias totalmente diferentes, antes se hacían boinas y calcetines, y las butacas son algo distinto. A mediados del siglo XX se inició la fabricación de muebles por la madera de haya de la Sierra de la Demanda, con un importante auge de las cooperativas en los años 60», recuerda Gonzalo Robredo, quien fue director de producción de la Cooperativa Obrera Ezcaray, fundada en 1955 y pionera en fabricar muebles y butacas.
1752 Se crea la Real Fábrica de Santa Bárbara, que Carlos III convirtió después en compañía real.
1955 Nace la Cooperativa Obrera de Ezcaray, fábrica germen de la actual industria de butacas.
1994 Los cooperativistas Úbeda y Robredo fundan la fábrica de butacas Euro Seating.
A finales del siglo XX la industria del mueble también decayó y varios miembros de la cooperativa la abandonaron para fundar hasta tres fábricas más de butacas, entre ellos, en 1994, Juan Carlos Úbeda y el propio Robredo para crear Euro Seating. «Tuvimos que hipotecar nuestras casas para comprar maquinaria, pero sacamos adelante el proyecto con mucho trabajo e iniciativa», afirma Robredo. Euro Seating, que sobre todo se dedica a la exportación y tiene presencia en 127 países, actualmente con proyectos en marcha en Kazajistán y México, ha ido adquiriendo las fábricas de muebles de Ezcaray para incorporarlas a la empresa, que ahora tiene cuatro centros de producción.
«En los 90 hubo una gran revolución tecnológica en Ezcaray. Nosotros comenzamos con una mentalidad muy innovadora y de exportación», subraya Robredo, para quien la efímera reconversión en fabricantes de material sanitario ha sido fruto de la necesidad: «Nos pidieron ayuda y todo el pueblo se volcó, tanto las fábricas de butacas como la de mantas. Nos trajeron la materia prima y fue muy sencillo porque dominamos el corte».
Cabe destacar, además, que en Ezcaray permanece una fábrica de mantas, Hijos de Cecilio Valgañón, fundada en 1930 y dedicada a confeccionar también pañuelos, bufandas y echarpes, y en la que ya trabaja la tercera generación. Proveedora de Loewe y Ralph Lauren, Valgañón donó mantas al hospital de IFEMA.
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