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El comité ejecutivo del PP riojano se reunió ayer bajo la presidencia de José Ignacio Ceniceros y la sombra de las palabras con que su antecesor, Pedro Sanz, describió su actual estado: en una entrevista a Diario LA RIOJA publicada el pasado domingo, Sanz concluyó ... que su actual partido le recuerda «al peor PSOE». ¿Qué opina Ceniceros de estas palabras? Se ignora. Ayer, interrogado por este periódico, eludió opinar al respecto. Más locuaz se mostró para ofrecer su impresión sobre la peculiar atmósfera política que viven tanto La Rioja como España, sin Gobierno en ninguno de ambos casos. Mejor dicho, con Gobierno en funciones. El que él preside, por cierto, mientras simultanea ese cargo con su recién adquirida condición de miembro de la mesa del Parlamento. Una imagen que subraya la delicada tesitura del PP riojano, ocupado en simultanear las labores en el Palacete con el encargo de ejercer la oposición en el Legislativo. De momento, una oposición invisible hasta que haya nuevo Gobierno.
El extraño caso que sufren los dirigentes populares encuentra eco al otro lado del espejo, en las filas del PSOE: sus líderes ejercen como potenciales gobernantes pero en realidad siguen estancados en el encallado dique donde les condenó el desacuerdo con Unidas Podemos. Una ruptura que animó a sus protagonistas a tomarse un descanso. Mientras aguardan si la evolución de la coyuntura a nivel nacional favorece una solución al embrollo riojano, los integrantes de ambas delegaciones siguen de vacaciones, una decisión que Ceniceros les afeó: «El Gobierno de La Rioja sigue trabajando y buena prueba de ello es esta inauguración y la presencia aquí de la mayor parte de los consejeros», explicó Ceniceros ayer por la mañana, mientras recorría las flamantes instalaciones de la nueva Escuela de Enfermería. «No veo ni a unos ni a otros», agregó, en alusión a los fallidos socios. «Nosotros, mientras tanto, seguimos trabajando». «Vayan a preguntarles a quienes están de vacaciones», sugirió a los periodistas.
Ahí acabó su locuacidad. Acto seguido, declinó pronunciarse sobre quién encabezaría una hipotética candidatura electoral del PP en ese escenario de posible repetición electoral, una hipótesis para la cual el reloj se ha puesto en funcionamiento y apunta hacia el 10 de noviembre. Restan cien días, así en España como en La Rioja, para esa potencial visita a las urnas y Ceniceros se parapeta, como tantos encuestados, en la respuesta clásica. No sabe, no contesta. Porque en el PP riojano desde hace tiempo triunfa la tentación al inmovilismo, una tendencia comprensible a la vista del cambiante ecosistema político. Golpeados en sus expectativas en la sucesión de elecciones generales, regionales, locales y europeas saldadas con otras tantas derrotas, sus dirigentes riojanos solo reciben buenas noticias en materia de nombramientos desde Madrid, donde han encontrado su sitio tanto Cuca Gamarra como Emilio del Río.
«Cada vez pintamos menos en Génova», se lamentaba ayer un antiguo dirigente, nada afín a la actual dirección y miembro de ese sector hoy durmiente, que aguarda a conocer la evolución de los acontecimientos en todos los niveles para salir de la oscuridad y hacerse visible. El sector que se siente amparado por el análisis de la situación que dejó firmado Pedro Sanz en esa entrevista donde clamaba por renovar la actual cúpula. Los críticos que tampoco se han ido de veraneo.
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