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Lunes, 26 de febrero 2018, 17:17
Javier Esparza es profesor en Calahorra. Subió al autocar de Jiménez en Madrid. Se sentó adelante del todo. Se puso el cinturón. De no haber sido por esta inteligente maniobra hoy podría estar contando un familiar o su vecino de asiento este relato. Pero no, lo cuenta él.
"Me senté adelante del todo y me puse el cinturón", comentó este profesor que regresaba el domingo a La Rioja. Y luego todo sucedió muy rápido. Al volcar, que sólo dimos media vuelta y no chocamos contra nada, vi gente volar por los aires, gritos y personas heridas. Unos quitándose de encima a los otros. Mucha confusión. No sé, es extraño, porque todo fue tan rápido y tan lento al mismo tiempo", cita este viajero que empleó en el autobús el sistema de rentención del asiento.
"Se vivieron momentos de gran tensión, como es normal, porque la gente se estaba golpeando en la caída. Yo teminé sujetando la cabeza de la compañera de asiento que se había hecho una brecha. Me encuentro bien, pero creo que ahora va aforando el dolor por todo el cuerpo y que no notas en un primer momento. Pequeñas cosas, golpes por aquí y por allá, dolor en las manos por los agarres", cita Javier Esparza, que ha vivido una experiencia límite y que afortunadamente recordará con un 'a mí me pasó' situaciones que, por desgracia, se repiten en el tiempo.
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