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LA RIOJA
Sábado, 24 de septiembre 2022, 02:00
La exposición a la contaminación atmosférica en el vientre materno hasta los ocho años y medio de vida, sobre todo entre los cinco primeros, altera la conectividad estructural del cerebro en la preadolescencia. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación 'la Caixa', que por primera vez ha analizado mes a mes los efectos nocivos de estar expuesto a contaminantes atmosféricos. En el informe también se evidencia que los mayores cambios se producen cuanto mayor es la contaminación recibida en los primeros años de vida.
La novedad e importancia de esta investigación radica, de hecho, en que identifica los periodos de susceptibilidad a la polución. «Hemos empleado una escala temporal más fina para considerar la exposición, analizando los datos mes a mes, cuando los estudios anteriores investigaban trimestres de embarazo o años de infancia», explica Anne-Claire Binter, investigadora del ISGlobal y primera autora del estudio.
Además de esta asociación entre la contaminación del aire y la conectividad estructural del cerebro, también se evidencia la relación que existe entre la exposición específica a las partículas PM2,5 y el volumen de una estructura cerebral conocida como 'putamen', que está implicada en la función motora y en los procesos de aprendizaje.
Otro de los hallazgos es que cuanto mayor es la exposición a estas partículas, sobre todo en los primeros dos años de vida, mayor es el volumen de la estructura cerebral. De hecho, como explica la investigadora del ISGlobal, «un mayor volumen de 'putamen' se ha asociado con algunos trastornos psiquiátricos, como la esquizofrenia, los trastornos del espectro autista o los trastornos del espectro obsesivo-compulsivo».
La conectividad estructural hace referencia a la existencia de fascículos o tractos de sustancia blanca que conectan diferentes regiones del cerebro. Se mide mediante un análisis de la microestructura de la sustancia blanca. En el estudio se ha relacionado una microestructura de la sustancia blanca anormal con trastornos psiquiátricos, como son los síntomas depresivos, la ansiedad o los trastornos del espectro autista, entre otros.
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