Los expertos instan a la prevención ante las garrapatas, con 30 ingresos al año en La Rioja

La más preocupante, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, de origen vírico y con las garrapatas de la especie Hyalomma marginatum como principal vector de transmisión, sumó el sábado su segunda víctima mortal de este año en España.

El fallecido, un varón de 74 años, se encontraba ingresado en el Hospital La Paz de Madrid desde el 19 de julio, debido a un cuadro febril y malestar general, después de que una garrapata le picara días antes en el municipio toledano de Buenasbobas (Toledo), donde poseía su segunda residencia.

Hace menos de dos meses, a primeros de mayo, otro hombre fallecía en un hospital salmantino desde haber sido ingresado el 27 de abril por la picadura de una garrapata que la transmitió la misma enfermedad vírica. Desde las dos primeras muertes en España en 2016 por fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, se han contabilizado en nuestro país 14 casos de esta patología y seis víctimas mortales. Sin tratamiento farmacológico para este mal, el pronóstico fatal está estimado en el 10-15% de los pacientes.

Con medio millar de consultas médicas cada año y una treintena de ingresos hospitalarios debido a picaduras de garrapata en La Rioja, la incidencia se mantiene en dichos registros en la comunidad en el último lustro, admite Jorge Alba Fernández, médico del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Pedro, quien detalla las distintas patologías vinculadas a las garrapatas, con mención especial para la fiebre hemorrágica Crimea-Congo. «Esta es la enfermedad más preocupante, porque no hay tratamiento farmacológicos, aunque no todos los pacientes llegan a la fase hemorrágica», aclara el especialista, quien aporta un detalle añadido al control y a la vigilancia que se realiza tanto desde el servicio de Enfermedades Infecciosas del complejo hospitalario logroñés, como desde el del Laboratorio de Patógenos Especiales-Centro de Rickettsiosis y Enfermedades Transmitidas por Artrópodos Vectores (Cretav) del Cibir, un referente mundial en el estudio de estos artrópodos pertenecientes al grupo de los arácnidos. «En lo que llevamos de 2024, se han analizado en el Cibir unos 120 ejemplares de garrapatas de un centenar de pacientes atendidos, 16 de ellos de la especie Hyalomma marginatum, el vector de transmisión de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo, 9 recogidas aquí en La Rioja y otras 7 en otras comunidades autónomas. aproximadamente. Es decir, el vector sí está presente aquí, aunque el virus no se ha detectado de momento en La Rioja, afortunadamente».

Según aclara el doctor Alba, en la mayoría de los pacientes infectados «la clínica es asintomática o casi; otros, en aquellos que desarrollan la enfermedad, entran en una fase prehemorrágica, que básicamente es como un síndrome gripal, con fiebre articular, dolor muscular, náuseas, vómitos, ojos rojos... Y se puede quedar ahí o complicarse con una nueva fase, la hemorrágica», señala el médico de Enfermedades Infecciosas, quien insiste en la inexistencia de fármacos, «con lo que en la fase hemorrágica solo se le puede proporcionar al paciente el tratamiento de soporte, incluidas transfusiones, factores de coagulación, etcétera. El único tratamiento farmacológico que hay, aunque con resultados controvertidos, es un antiviral que se llama ribavirina».

Pero los riesgos no se reducen exclusivamente ni a los meses de calor ni a la especie Hyalamma marginatum ni a la fiebre hemorrágica Crimea-Congo. Con 31 especies de garrapatas diferentes pertenecientes a 5 géneros distintos detectadas, 26 de ellas alimentándose de humanos, en La Rioja se han confirmado cuatro familias especialmente activas: la Ixodes ricinus, la Rhipicephalus sanguineus y la mencionada Hyalomma marginatus, todas ellas en los meses cálidos, de mayo a octubre, como el periodo de mayor actividad vectorial; y la Dermacentor marginatus, en la época de otoño e invierno, de octubre a mayo. Cada una de ellas es potencial vector de transmisión de algunas enfermedades no exentas de complicaciones y riesgos, aunque para casi todas ellas existen tratamientos farmacológicos. La mayoría de estas patologías son bacterianas, como la fiebre botonosa o exantemática mediterránea, cuyo vector es la Rhipicephalus (la garrapata del perro), aunque también en algunos casos la Ixodes ricinus, transmisora además de la enfermedad de Lyme, la anaplasmosis o la babesiosis, cuyo patógeno es, sin embargo, un parásito, un protozoo. Por su parte la Dermacentor marginatus, cuyo periodo de mayor actividad es en otoño, es vector de transmisión de otras dos patologías bacterianas: el debonel/tíbola y la tularemia.

«Las más frecuentes son la fiebre botonosa, yo veo todos los años algún caso y, de hecho, esta semana voy a ver en consulta a un paciente que estuvo ingresado en junio; y el debonel/tibola. El resto no suelen ser muy habituales», explica el doctor Alba, quien recuerda que «en caso de picadura, se debe guardar el ejemplar de la garrapata en un bote o bolsita en la nevera para poder analizarla en caso de que se desarrolle algún síntoma, aunque, insisto, no suelen ser habituales, porque la mayor parte de las picaduras suelen ser asintomáticas o casi asintomáticas y no van más allá de una pápula pruriginosa, por entendernos, una erupción o granito que pica mucho».

Y como siempre en medicina, la prevención es el primer tratamiento efectivo, el médico del servicio de Enfermedades Infecciosas hace un llamamiento a la «tranquilidad y a cumplir las medidas básicas de precaución a la hora de salir al campo, que se traduce en llevar ropa adecuada, clara y larga, que cubra todo el cuerpo, y el calcetín por fuera del pantalón; no salirse de los caminos o de los senderos; y luego, cuando uno llega a casa, revisar bien porque las picaduras pueden parecer incluso lunares».